LA CIVILIDAD EN LA SUSTENTABILIDAD INDIVIDUAL. Parte V.
- La invasión del charlatán, del fanfarrón y del hablador en la arena de lo formal ha mermado el liderazgo auténtico y con ello la civilidad. -
Antaño los liderazgos se creaban, como es natural, en los hechos, en las acciones, en los logros y resultados. Pero la modernidad también esto ha transformado. Hoy cualquiera se llama líder y por eso cualquier líder termina decepcionando. En este tenor la cascada de influencia negativa se expande como avalancha hacia aquellos que en su momento mantuvieron "idolatría", cierta o equivocada, y el efecto multiplicador sigue su curso hasta dar paso, a largo plazo, a la desintegración familiar o al rompimiento del tejido social.
Así de importante es el liderazgo y no cualquiera se hace líder – pese a que en los nuevos cursos de "coaching" producto de la comercialización barata de la autoestima nos quieran vender una idea contraria.
El liderazgo como es natural, empieza en la familia, cuando el padre y la madre ejercen guía correcta a sus hijos. Continúa con el maestro, el entrenador y el mentor, a lo largo del proceso de formación integral del educando, y no sólo en el proceso de educación como tal – que no son lo mismo. Entonces permea en el trabajo, sea en una institución pública o social, o en una privada, para ascender a la sociedad. Por lógica simple, es este el modo como las autoridades y políticos debiesen de convertirse en líderes; de lo contrario, solo serán simples charlatanes: porque se debe trabajar con el ejemplo y realizar una gestión ejemplar que coadyuve a la cohesión social y a la unión nacional.
Las sociedades más avanzadas y por lo tanto las más civilizadas, han contado con liderazgos fuertes, duraderos, históricos. En donde el honor, la lealtad y la justicia se convierten en elementos trascendentales para el sostenimiento de la civilidad misma. Y en efecto, como se dice vulgarmente, "las escaleras se barren de arriba hacia abajo."
Esto sin embargo no es una excusa para que los gobernados nos aventemos a la milonga y abandonemos la vida pública a quienes nos gobiernan, ya que para tener lideres fuertes, debemos exigir un comportamiento íntegro a ellos. Y dado el caso que se nos presenta en nuestra sociedad, afectada por un deterioro evidente de la vida nacional, es pues que todos y sin excepción debemos reaccionar con prontitud para cambiar si deseamos procurar.
El liderazgo debe ser nítido para que los esfuerzos populares no queden marginados ante la indiferencia y el desencanto.
En un liderazgo sólido no hay espacio para la improvisación ni las ocurrencias. La civilidad está impregnada, siendo así, de planeación y organización, de coordinación y supervisión. No es casual observar el cuidado con el que se mantienen las plazas históricas en las capitales o ciudades importantes de Europa; mientras que en la nuestra, en nuestra plaza de la Constitución de la Ciudad de México, el desorden es ley ya. Completamente abarrotada de carpas, lonas y hasta puestos de quesadillas. Y solo fijo un ejemplo al azar. Lo grave es que ello traspasa e impregna el ADN de nuestra sociedad. Pronto traspasa a la individualidad.
La ausencia de liderazgos genuinos persiste por la intensidad de la modernidad y principalmente por la ausencia de una formación integral en las personas. Por la expansión rápida de los malos ejemplos, que incluso son practicados por ciertos padres, maestros y autoridades – existen muchas excepciones, desde luego, que de lo contrario, ya estaríamos entrampados en una balcanización profunda. La formación integral va más allá de la educación llana: implica el proceso educativo continuo, que desarrolla al máximo el potencial del ser humano, en balance con sus habilidades y capacidades físicas, racionales, artísticas, políticas, de ética y conciencia, e idealmente espirituales, con el objetivo último de convertirse en un ciudadano cabal, en donde la corresponsabilidad sea su práctica constante, con pleno amor a la Patria y a la humanidad.
- ¿Qué tal?
- Muy difícil, ¿verdad?
Bueno, pues en caso contrario, todo aquello que se nos ocurra como solución, nunca, será una solución.
La civilidad solo puede florecer en democracia, lo contrario es alienación. La democracia exige participación ciudadana esmerada, responsable y permanente; la Historia Universal nos ha heredado sistemas democráticos, pero ninguno lo es cuando la ciudadanía muestra apatía y deja a la inercia las consecuencias de sus vidas.
- En 2004 propuse por primera vez la creación del Cuarto Poder Constitucional: el poder ciudadano. Pasarán años o décadas, pero algún día nacerá entre las naciones, las más avanzadas, las más destacadas. -
En el mundo enfrentamos una crisis multifactorial que se acentúa en los países del subdesarrollo y de aquellos en vías de desarrollo: en nuestro país es ya insostenible. Los sistemas tienden a moverse alrededor del equilibrio, pues de lo contrario no serían sistemas. Depende de cada uno de nosotros el lograr, por lo pronto, acercarnos al límite diametral del equilibrio. Nuestros sistemas, nuestro Estado de Derecho y nuestra civilidad, están fracturados.
- Acostumbrarse a la incivilidad es morir. Tú decides lo demás. -
"Debemos usar el tiempo sabiamente y darnos cuenta de que siempre es el momento oportuno para hacer las cosas bien."
- Nelson Mandela -
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