PARRESHÍA

Sin timón ni puerto

Sin timón ni puerto

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Soltar los infiernos en la tierra.

Sabia virtud de conocer el tiempo, aprecia Leduc; despacio que llevo prisa, aconseja el refrán; los desesperados confunden los años con los siglos, marca la experiencia. "Nunca vamos más rápido como cuando no sabemos a dónde vamos", señala Innerarity.

Hoy corremos desbocados a un precipicio sin destino ni fondo.

La Cuarta Transformación tiene prisa, más no destino.

Es, como muchas cosas más del futuro que nos espera, una expresión sin contenido. Fuego de artificio. Barco a la deriva.

El mismo autor nos dice que la crítica política debe "desenmascarar esa falsa movilidad, aquellas formas de pseudoactividad cuya aceleración y firmeza se deben precisamente a que no se tiene ni idea de lo que pasa."

Y concluye: "Puede que en otras épocas pensar fuera una pérdida de tiempo; en la nuestra -cuando no podemos contar con la estabilidad de marcos y conceptos, ni confiar cómodamente en las prácticas acreditadas, pensar es un ahorro de tiempo, un modo radical de actuar sobre la realidad."

Serénese, pues, sería la recomendación al Presidente Electo. Serénenlo, rogaríamos a su equipo.

Una cosa es campaña y otra muy distinta gobernar. El opositor antisistémico puede despotricar y prometer temerariamente sin ninguna otra consecuencia que polarizar a la sociedad democrática; el gobernante debe sopesar cada gesto, cada palabra y cada decisión, porque con cualquiera de ellas puede soltar los infiernos en la tierra.

Nada más incierto que la política, por eso lo difícil de ella. En política dos y dos no necesariamente son cuatro; a diferencia de la química, la mezcla de elementos, el método de mezclarlos, su orden y temperatura, nunca dan el mismo resultado. Su mundo no es el del ser, regido por leyes naturales; sino el del deber ser, hecho de hombres, conductas, humores, percepciones, sinrazones, caprichos, miedos. Gobernar es un plebiscito de todos los días y el marcador no se acumula, cada día se empieza en cero. Lo que hace al mando es la obediencia, uno manda hasta que lo dejan de obedecer. El poder no es más que relación entre hombres, no destino divino de nadie.

Serénese, pues y piense. Y piense no en cómo enmascarar la realidad, minimizar los problemas o culpar políticamente a otros; piense en las consecuencias de sus palabras y decisiones, que pueden tener efectos sobre generaciones enteras de mexicanos y, aún, sobre la viabilidad misma de la Nación.

Es cierto, Juárez fue un Presidente errante, mas no por gusto, sino por invasión extranjera. Gobernar no es movilizar, ni andar en gira constante, de templete en templete. Es estudiar, pensar, hacer prospectiva, analizar y decidir. Lo he dicho y lo repito, es la soledad del poder, no hay subterfugio para deshacerse de esa responsabilidad y para muestra su pantomima de consulta, que no sirvió más que para destacar con reflector y acento que el responsable único de las debacles sin fin causadas por cancelar el aeropuerto es exclusivamente Usted, no el pueblo.

Se equivoca cuando se engaña al querer imputar al pueblo las responsabilidades que le serán inherentes a partir del 1º de diciembre. El pueblo juzga desempeño y lo hace inapelablemente, en eso nunca se equivoca y se llama soberanía inmanente.

Acostumbrado por 18 años a la movilización por la movilización, ha desaprovechado el interregno para entregarse a su adicción al templete que tanto le llena y, ya en él, ha retomado su perfil rijoso, abriendo frentes hasta que uno de los molinos de viento contra los que suele arremeter le contestó con la realidad implacable. El daño está hecho a México y sabrá Dios por cuántas generaciones. Fue Usted y su necedad quien castró a su gobierno indefectiblemente, cuando ni siquiera ha iniciado.

Continuando con Innerarity: "no es extraño que la política goce de tan escaso aprecio, sobre todo cuando se lleva a cabo con esos estilos de gobierno que se caracterizan por su firme resolución de no aprender de la decepción. Probablemente sea ésta la mejor definición que pueda darse de una política autoritaria y, en general, de toda mala política: que es incapaz de aprender."

Ocupó 18 años en cultivar la polarización entre los mexicanos, pero se le olvidó aprender en el camino a hacer y hoy le corresponde hacer más que decir, por eso salió reprobado a la primera de cambios.

Con la musa de América bien podríamos decirle:

Presidente necio que acusáis
al pueblo sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis
.




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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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