PARRESHÍA

Arranque místico alcohólico

Arranque místico alcohólico

Foto Copyright: lfmopinion.com

De transfiguraciones e hijos laicos de Dios.

López Obrador inicía su discurso agradeciendo a Peña Nieto "no haber intervenido, como lo hicieron otros presidentes, en las pasadas elecciones presidenciales. Hemos padecido ya ese atropello antidemocrático y valoramos el que el presidente en funciones respete la voluntad del pueblo."

En otras palabras, él gana porque Peña Nieto no intervino en las elecciones en atropello en su contra y, por ende, perdió otras porque otros sí lo hicieron. Nada tuvo que ver el pueblo, al que no agradece, ni las leyes, instituciones, cultura democrática y el propio sistema de partidos, ya no digamos las prerrogativas, derechos, libertades y, en su caso, libertinajes.

Para él todo se reduce a la voluntad presidencial, lo cual pinta cuál será la democracia que nos espera.

Peña Nieto sí intervino en las elecciones, y posiblemente más que sus antecesores, nada más que en favor de López Obrador por pactos que ya se concretaron -hasta ahora- en perdón y olvido.

Por su parte, en un arrebato místico alcohólico, Porfirio, desde una cercanía que nos restriega en la cara, (dime de qué presumes…), presenció la ¡transfiguración! de López, más allá del poder y la gloria (hosanna en las alturas), en un iluminado, un "auténtico hijo laico de Dios".

No hay maroma nueva para abyecto viejo.

Bienvenidos a la 4T.




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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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