PARRESHÍA

Érase un Andrés Manuel

Érase un Andrés Manuel
Es más fácil obstruir que hacer.

Érase un joven presidente del PRI en Tabasco, que el Gobernador González Pedrero impulsó en la moda echeverrista de cooptar a los jóvenes y érase un programa de desarrollo municipal en donde los municipios se obligaban a desarrollar ciertas obras y servicios, el gobierno estatal a brindar apoyos y el PRI, entonces hegemónico, a verificar que se hiciera. El sesgo electorero era evidente y normal.

Pues bien, se hicieron ceremonias de gran acarreo para firmar los compromisos y se pusieron manos a la obra. A los pocos meses los municipios empezaron a fallar, a veces los recursos no bajaban con la agilidad necesaria, a veces faltaban requisitos administrativos por cumplir, no faltaron problemas ajenos a las estructuras de gobierno, permiso de autoridades federales, proyectos anunciados inexistentes, demandas judiciales, amparos o abierta oposición de la gente.

El hecho es que existiendo el atraso, el joven presidente de partido, montado en su papel de Ángel Guardián, empezó a tomar alcaldía por incumplimiento de los munícipes. A las pocas semanas había 16 municipios tomados por ¡el PRI!, donde se les negaba la entrada a los propios Presidentes Municipales a trabajar. El caos cundió, lo que prometía ser un impulso con raja electoral, se convirtió en un problema político estatal.

Los Alcaldes acudieron con el Gobernador, sabedor éste de los imprevistos que hacían imposible el cumplimiento en tiempo de los compromisos, y le aventaron la chamba: que se haga cargo tu presidente de partido, que hace más daño que todas las oposiciones juntas.

Fue así como Andrés Manuel fue movido del PRI estatal a la administración estatal, inaugurando un camino de bajada que lo llevaría, finalmente, a la oposición antisistémica.

Obstaculizar siempre es más fácil que avanzar, se requiere, además, menos esfuerzo y estrategia. Parar 16 municipios es más fácil que operarlos eficientemente.

Desde entonces vienen los prejuicios de López Obrador sobre la administración pública. Si las cosas no caminan es por la corrupción y hay que quemar vivos a los corruptos. Este prejuicio tiene mucho de ignorancia. El tren México Toluca está detenido por amparos y muchas otras obras se enfrentan a una selva de requisitos para avanzar. No niego la corrupción, pero no es ésta el único impedimento, ni tampoco es generalizada a lo largo, alto y ancho del sector público.

Hoy aquel joven exigente se encuentra del otro lado del poder, corresponderá a él cumplir todo lo prometido, desbrozar el camino para su ejecución eficaz, eficiente y transparentemente. Le corresponderán a él los atrasos, errores y corruptelas.

Violentar leyes de la administración pública relativas a licitaciones, permisos, proyectos ejecutivos, estudios ambientales, fianzas y demás a través de consultas simuladas y permisos terráqueos no lo eximirá de responder por atrasos, pifias y venalidades.

A ver qué hace y cómo reacciona cuando le tomen pozos petroleros, le sitien la Cámara de Diputados, lo increpen en aeropuertos, le hagan plantones en Reforma o le tomen alcaldías.

Será interesante.



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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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