ELECTOGRAMA

Votos de una elección en urnas de otra

Votos de una elección en urnas de otra

Foto Copyright: ine.mx

Legislación descuidada, generadora de suspicacias.

Siempre me he opuesto a las elecciones concurrentes. Los cálculos electorales del PAN y un mucho de necedad, más no poco de chantaje, llevaron a nuestra legislación electoral conjuntar en un solo día el mayor número de elecciones federales y locales.

La prueba de fuego la tenemos en este 2018 en que se eligen Presidente, Senadores y Diputados Federales, que se rigen por una legislación; simultáneamente con 8 gobernadores y Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, 591 diputaciones locales de mayoría relativa, 391 por representación proporcional, 16 alcaldías, 1,597 ayuntamientos, 160 concejales y 24 juntas municipales, que se regulan por 32 diversas legislaciones.

Todas estas elecciones se van a recibir en casillas únicas, es decir, que en la misma casilla el ciudadano podrá votar por diversas posibilidades, según cada entidad, lo que implica diversidad de boletas, multiplicidad de urnas, variedad de actas y pluralidad de normatividades.

Cuando fui Director Ejecutivo de Capacitación Electoral y Educación Cívica del primer IFE y luego, cuando escribí La Jornada Electoral paso a paso, me enfrenté a los problemas operativos que se presentan al funcionario de casilla para llevar a cabo la elección.

Es ostensible que nuestros legisladores jamás han operado una casilla ni tienen idea de lo que es celebrar el escrutinio y cómputo de diversas elecciones, llenar sus actas e integrar múltiples paquetes electorales.

Pongamos el caso de la Ciudad de México, donde vamos a celebrar en la misma casilla siete elecciones: presidente, senadores, diputados federales, diputados locales, Jefe de Gobierno, alcaldías y concejales. Siete boletas, siete urnas, siete juegos actas, siete paquetes y siete papelerías electorales.

Pues bien, uno de los problemas que nuestros legisladores no previeron es el de las boletas de una elección en la urna de otra. Las disposiciones concernientes se vienen arrastrando desde antes del primer COFIPE (1991).

Lo que suele suceder es que se abre la urna de una elección, se cuentan sus votos, se llenan sus actas y se integra el paquete electoral correspondiente, antes de abrir la siguiente.

Las más de las veces la desconfianza priva sobre la lógica y los representantes de partido no permiten abrir otra urnas hasta que el contenido de la previa haya sido totalmente resguardado.

Pero resulta que al abrir las subsecuentes, suelen hallarse votos de las elecciones que ya se contaron, registraron en actas y se confinaron en paquetes.

¿Qué hacer con esos votos, si las actas ya se llenaron y firmaron y los paquetes se sellaron?

El problema rebota en la certeza electoral y es aprovechado por los perdedores para llamarse a fraude.

La recepción de paquetes y cómputos posteriores se ven afectados por votos de elecciones federales entregados a autoridades locales y viceversa. La noche de las elecciones y días subsecuentes se desarrollan en un caos de envíos de votos de elecciones federales recibidos por órganos locales y al revés, lo que alimenta la suspicacia fundada y la interesada.

El voto por voto y la desconfianza inoculada con o sin razón hacen de nuestra democracia un galimatías, una coartada y un calvario.
Un error entendible y hasta cierto punto provocado por una legislación descuidada, maculan el esfuerzo y mandato ciudadanos y abren paso al conflicto postelectoral.

Para evitar eso, el INE, sin mayores facultades, en su Reglamento de Elecciones, dispuso la apertura previa de todas las urnas para identificar por anticipado los votos de una elección en urna diferente, antes de dar inicio a los respectivos escrutinios y cómputos.

El dispositivo fue impugnado por el PAN, Movimiento Ciudadano y Morena por violar las normas legales de apertura de paquetes, realización de escrutinio y cómputo, llenado de actas e integración de paquetes.

La sala Superior del Tribunal determinó que el Consejo General se extralimitó en sus facultades reglamentarias.

El Tribunal determinó, sin embargo, que el llenado de las actas deberá hacerse una vez que se haya concluido el escrutinio y cómputo de todas las elecciones.

También dispuso que, toda vez que las actas deben ir firmadas por todos los presentes en casilla, la remisión de paquetes no podrá hacerse antes de que concluyan el escrutinio y cómputo de todas las elecciones y cada una de las elecciones. Es decir, que los paquetes federales, que son los primeros en armarse, no podrán remitirse a los Consejos Distritales del INE, hasta que los paquetes locales sean integrados para enviarse a los órganos electorales locales, y ambos tipos de paquetes, federales y locales, deberán despacharse al mismo tiempo a sus respectivos destinos. Lo cual retrasará el PREP y los conteos rápidos, lo que alargará la espera y abrirá espacio a especulaciones, desconfianzas, guerra sucia y maniobras abiertamente postelectorales en desdoro del ya de suyo demeritado proceso electoral y cuestionadas autoridades electorales.

El escrutinio y cómputo promedia una hora de realización, si no hay consigna de algún partido de prolongarlo

ad limitum

; así que calcule Usted siete horas, mínimo, para que salgan de casilla los paquetes electorales en la Ciudad de México.

Pero este no es un problema del INE ni del Tribunal, sino de una legislación echa con las patas, orientada por la desconfianza y cocinada en el chantaje y mercadeo.

Lo peor es que nada ganamos recordando que lo dijimos.

Fuente: http://portal.te.gob.mx/

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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