PARRESHÍA

La 4T y el progreso

La 4T y el progreso

Foto Copyright: lfmopinion.com

La causa del progreso.

¿Es el progreso constante? ¿Siempre y a cada momento progresamos, o, por el contrario, tenemos momentos de avance, reposo, abierto retroceso y deceso?

Si el progreso no es constante, si existe la posibilidad de regresión, cómo saber cuándo, por qué y cómo avanzamos.

Más aún, ¿podemos voluntariosamente designar los tiempos de progreso o estos se generan con algo más que narrativas?

No basta con contar etapas y decir que habiendo tres previas, ahora toca la cuarta. Estoy cierto que los hombres del medioevo quisieron siempre salir de su circunstancia, pero les tomó cinco siglos salir de ella.

El tema fue planteado por Kant en 1798 en "El conflicto de las facultades". En su texto diserta sobre las causas de todo progreso y la necesidad de aislarlas para poder atribuir a un acontecimiento una causa específica, y ambos a un cambio efectivo en la realidad con sentido de progreso.

No basta nombrar o etiquetar, tampoco publicitar o narrar, menester es incidir en la realidad de determinada manera.

Kant habla de aislar acontecimientos en busca del signo que exprese la existencia de una causa de progreso; este signo debe ser rememorativum, demonstrativum y pronosticum, es decir, un signo que nos muestre que las cosas siempre han sido así (rememorativo), que en verdad ahora pasa algo diferente (demostrativo) y que, finalmente, muestre que ahora las cosas serán de otra manera (pronóstico).

No basta tan solo que la causa tenga un efecto en un momento dado, menester es que acredite una tendencia generalizada y constante.

Y así nos preguntamos con Kant: ¿hay a nuestro alrededor un acontecimiento que sea un signo rememorativo, demostrativo y pronóstico de un progreso permanente que impulse al conjunto todo de los mexicanos en un sentido unívoco? ¿Podemos aislar un acontecimiento con claro signo de progreso?

Kant se cuestionaba sobre el verdadero progreso en tiempos de la Revolución Francesa, cataclismo que cimbró a Europa directamente y a la humanidad entera de rebote, y alertaba que el sentido del progreso no estaba en la Revolución misma, ni en su drama y gesticulaciones, subrayo este último término. "Lo significativo, explica Foucault, es la manera como la revolución se erige en espectáculo, la manera como, en torno de sí misma, la reciben espectadores que no participan en ella, pero que la miran, que asisten a su desarrollo y que, para bien o para mal, se dejan arrastrar por ella."

En el mismo tenor Kant sostiene: "poco importa que la revolución de un pueblo colmado de ánimo, que hemos visto realizarse en nuestros días (Revolución Francesa), triunfe o fracase, poco importa que acumule miserias y atrocidades", eso no tiene que ver con el progreso; lo que sí lo tiene, y que por ello adquiere sentido y constituye el signo de progreso que se busca, es que alrededor de la revolución hay "una simpatía de aspiración que roza el entusiasmo." Lo importante no es la revolución en sí, sino lo que, sostiene Foucault, "pasa por la cabeza de quienes no la hacen o, en todo caso, no son sus principales actores." Y ese entusiasmo es por saberse con derecho a darse una Constitución que evite toda guerra ofensiva. Saberse libres y soberanos con un nuevo futuro de esperanza por delante.

Vayamos ahora a la Cuarta Transformación, a mi juicio hasta hoy carente de acontecimiento aislado, causa efectiva y signo de progreso que la acredite; pero también del entusiasmo de los ajenos al núcleo duro y dogmático de sus impulsores. Peor aún, sin perspectiva de un nuevo orden político que embriague y de una perspectiva de paz social que entusiasme.

¿Dónde está la simpatía de aspiración que arrastre en entusiasmo a los ajenos a las filias de los triunfadores ¿Dónde la perspectiva esperanzadora de un nuevo orden político y las certezas de una vida sin violencia? ¿Dónde la expectativa de corto y mediano aliento de una circunstancia llevadera?

La causa de progreso debe generarse no únicamente en los de casa, en los convencidos, en los actores encapsulados en la psicosis de su propio actuar, en la fe ciega del paraíso prometido; sino en los que observan y valoran a distancia, en los que dudan y disienten.

Nombrar las cosas, anunciarlas y publicitarlas no cambia la realidad, no, al menos, con causa eficiente y signos de progreso efectivos; de allí la falta de entusiasmo por la Cuarta Transformación más allá de las capillas donde es adorada sin conocerla.

La confrontación y el discurso rijoso, como a Trump, sirven para los afectos a su causa, pero llegan a los "otros", hoy mal llamados adversarios, conservadores, neofascistas, como escupitajo en la cara.

Difícil generar entusiasmo y esperanza así.

Menos progreso.



#LFMOpinion
#Parreshía
#Progreso
#Revolucion
#Entusiasmo
#Dogma
#Kant
#Foucault
#Revolucion


Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

Sigueme en: