RAÍCES DE MANGLAR

El sonido de la vergüenza

El sonido de la vergüenza

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Vietnam: rebeldes con causa

Derrota y humillación: binomio en constante compañía. Son sensaciones madre en el sentido de que pueden encarnar resignación, epifanía y humildad, pero también odio y sed de venganza; antípodas de la naturaleza humana. Pero hay una sensación oscilando en ambas fronteras: la vergüenza. Entre los sucesos más polémicos de la Guerra de Vietnam (1955-1975) como la masacre de My Lai o la fallida operación Rolling Thunder, pocos destacan tanto como la tristemente célebre fotografía de "La niña del napalm" (Kim Phúc) tomada por el vietnamita Nick Ut en 1972. El poder de esta imagen inauguró un mosaico tras de ella tan vivido que era imposible no acompañarlo con un soundtrack que reflejará el sentir de los tiempos.

La juventud de los años sesenta posiblemente representa la brecha generacional más profunda en la historia moderna, pero también fueron los principales involucrados en la guerra. La incomprensión entre jóvenes y adultos, irreconciliable en su momento, palideció ante la sombra del conflicto. Exorcizada de la paranoia posguerra de sus padres y en plena convulsión social e interna, la juventud no podía legitimizar una pelea que no parecía suya. En "Volunteers" (1969) , la banda Jefferson Airplane (inspirados en los movimientos estudiantiles de Francia y México o la llamada "Primavera de Praga"), convoca a una declaración de principios y llama a enlistarse pero a una revolución de espíritu ("Somos voluntarios de América/Tenemos una revolución").

Con respecto al enlistamiento, la banda Creedence Clearwater Revival en "Fortunate Son" (1969) hace una crítica al sistema de reclutamiento del gobierno estadounidense que excluía, incluso del propio servicio militar, a los hijos de personas influyentes como senadores o empresarios, pero que no tenía miramientos para reclutar, si se podía en primera línea, a gente de estratos sociales poco favorecidos y a personas de color, algo que el mismísimo boxeador Cassius Clay también denunciaría. Muchos jóvenes evitaron la milicia a la usanza beat, simplemente huyendo. Ese andar por el camino al estilo de Jack Kerouac llevó a muchos hasta San Francisco, la meca hippie.

Con canciones como "San Francisco (Be Sure to Wear Flowers in Your Hair)" (1967) de Scott McKenzie o "California Dreamin´" (1965) de The Mamas & the Papas, se promovía un fuerte sentimiento antibelicista que tocó a gran parte de la sociedad con el slogan "Haz el amor y no la guerra". De gran importancia fueron los festivales masivos de música como el Monterey Pop Festival (junio de 1967)o el Woodstock Music & Art Fair (agosto de 1969) organizado en el pueblo homónimo a las afueras de Nueva York. En este último Jimi Hendrix y compañía entonaron el himno estadounidense ("The Star-Spangled Banner") con un feedback en la guitarra a manera del silbido que hacen las bombas al caer. Comenzó la desmitificación de los símbolos y de las falacias en la doctrina Monroe.

La banda Country Joe and the Fish interpretó también en Woodstock la famosa "I-Feel-Like-I´m-Fixin´-to-Die Rag" la cual tiene líneas como: "¿Por qué peleamos?/No me preguntes/Me importa una mierda/Siguiente parada, Vietnam/Uno, dos, tres/Abre las puertas perladas/No hay tiempo de preguntar/ Whoo hoo Todos vamos a morir", todo lo anterior en un tono humorístico. Al final arremete con sarcasmo contra los padres: "Madres de esta tierra/Empaquen a sus hijos hacia Vietnam/Vamos padres, no duden/Alisten a sus hijos antes de que sea tarde/Sen los primeros de su cuadra/En recibir a sus chicos de vuelta en una caja". Curiosa es la anécdota donde el compositor Frank Zappa invitó a unos soldados estadounidenses al escenario para que "asesinaran" a unos supuestos vietcongs hechos con maniquíes. Zappa socarronamente puso en evidencia la conducta de la milicia gringa mientras el público, divertido, lo celebraba.

Se dice que la Guerra de Vietnam fue el primer conflicto bélico televisado, pero las imágenes transmitidas por televisión impulsaron un impacto distinto al esperado. Las primeras emisiones tendenciosas mostraban a la infantería siendo recibida por bellas mujeres de Vietnam del Sur o en pequeños shows de bailarinas y cantantes (como Marilyn Monroe), por ello la opinión pública se mantuvo escéptica hasta que se recrudecieron las transmisiones.

La cercanía ilusoria que brinda la televisión cumplió un papel paradójico, pues al aumentar el nivel icónico del desastre la amenaza no lucía tan terrible ni tan cercana. Aquellos Vietcongs no se parecían en nada a los crueles SS nazis o a los KGB soviéticos Lo que sí se miraba real fue la destrucción y la miseria. Antaño el enemigo era un ente impersonal, ahora tenían rostros que gesticulaban dolor. La sociedad no sabía que en el campo de batalla, aquellos seres que amaban y extrañaban otorgaban un sufrimiento y saña inversamente proporcional a la ternura con la que eran esperados, pero a su vez también veían que eran víctimas y peones.

Si hablamos del ambiente que respiraba la sociedad estadounidense es imposible no considerar las canciones del oriundo de Nueva Jersey Bruce Springsteen. En un concierto, Bruce relató como su padre pasó de ser un patriota que reprochaba a su hijo su carácter rebelde, desenfadado y despreocupado de la vida ("Cuando estés en el ejército te volverás un hombre"), a una persona horrorizada por el escenario bélico que se alegra de que no aprobará el examen médico militar. Después de este emotivo prólogo arranca con "The River" (1979) , canción de amor desesperanzado sobre un matrimonio joven que retrata la ansiedad y falta de prospectiva.

La pérdida de los caídos en batalla fue algo difícil de asimilar para los estadounidenses, pero pocas visiones tan llenas de amargura como los veteranos y heridos quienes en sus mutilaciones encarnaban el infierno sufrido. En "Born to Run" (1975) , Bruce Springsteen ilustra el malestar de estas personas y su futuro incierto: "La carretera está llena de héroes rotos/ una última oportunidad de un viaje glorioso/Todo el mundo en la carretera esta noche/pero no queda donde esconderse". Este compositor estadounidense siempre ha mantenido una postura crítica hacia las políticas de su nación, razón que lo ha llevado muchas veces a ser considerado líder de opinión. No obstante, su trayectoria artística lo ha apartado del oportunismo típico de otros creadores pop. No es raro entonces que sea una de sus canciones el tema más representativo de este texto: "Born in the U.S.A." .

Considerado equivocada e inexplicablemente por el gran público como una apología al american way of life (quizá por la grandilocuencia de sus teclados), "Born in the USA" es una composición de tal magnitud que incluso el propio Ronald Reagan (él sí con oportunismo) la utilizó para su campaña de reelección en 1984, tergiversando el sentido crítico de la misma en favor del más ramplón de los nacionalismos. En las líneas de "Born in the U.S.A.", Springsteen pinta la estela de vergüenza y derrota que dejara la armada de su país sobre el pacífico ("Me han enviado a una tierra lejana/Para matar al hombre amarillo"), retoma la situación de los veteranos ("Terminas como perro después de luchar tanto/Hasta que pasas la mitad de tu vida cubriéndote") y llora a los amigos caídos ("Tuve un hermano en Khe Sanh/Peleamos contra el Viet-Cong/Ellos siguen ahí/Él se ha ido"). Publicada en 1984, "Born in the U.S.A." ofrece una retrospectiva del conflicto como ninguna otra canción. Es una síntesis del llamado "Síndrome de Vietnam" en notas musicales.

Como suceso histórico de inédita trascendencia, la Guerra de Vietnam marcó un antes y un después, tanto en la industria del entretenimiento como en los medios de comunicación y en el rol que ambos desempeñan en la formación del inconsciente colectivo y de la opinión pública. La relación de los discursos auditivos y visuales con la realidad social significó la esencia de la historia en el siglo pasado, por ello partimos de una imagen significativa ("La niña del napalm") y seguimos por el entorno musical de dicho evento. Más importante aún, la Guerra de Vietnam cortó de tajo la ilusión de que Estados Unidos fueran los paladines de la democracia. El final de la inocencia inauguró el inicio de la vergüenza.

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Francisco  Cirigo

Francisco Cirigo

En su novela Rayuela, Julio Cortázar realiza varios análisis sobre la soledad, exponiéndola como una condición perpetua, absolutamente fatal. Dice que incluso rodeándonos de multitudes estamos “solos entre los demás”, como los árboles, cuyos troncos crecen paralelos a los de otros árboles. Lo único que tienen para tocarse son las ramas, prueba inequívoca de la superficialidad de sus relaciones. Las personas somos como árboles y nuestras relaciones son ramas, a veces frondosas y frescas, a veces secas y escalofriantes, pero siempre superficiales. Nuestros troncos son islas sin náufragos posibles.

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