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Los ánimos andan caldeados

Los ánimos andan caldeados

Foto Copyright: lfmopinion.com

Molestia y comunicación.

Dicen los que saben, que las calderas explotan por diferencia de presión, con mayor frecuencia cuando se quedan secas, sin fluidos suficientes. Sabemos que hay varios tipos de explosiones: químicas, físicas… y sociales.

La explosión química se produce al reaccionar un combustible con el oxígeno y una energía de activación.
En la explosión física la expansión proviene de un fluido sometido a una depresión.

Caldear es poner una cosa caliente, causar excitación, poner el hierro al rojo para moldearlo. Cuando se alzan muchas voces y nadie parece escuchar. Cuando el lenguaje se distorsiona y cada quien entiende lo que quiere. Así, el ruido se impone, las llamadas civilizaciones han llegado a conflictos armados y los diplomáticos se vuelven inútiles. Es cuando los políticos aprovechan, in extremis, para llevar más agua a su molino. Por ejemplo, el caso del muro trumpiano, su justificación y defensa que es ya motivo de estudio en casos desesperados de alienación y donde el gobierno y servicios fundamentales están parcialmente cerrados, donde muchos trabajan sin cobrar a tiempo y los programas sociales y demás caminan a paso de tortuga, todo por la estrategia en favor de su reelección.

Todos sabemos que los problemas son para resolverse, máxime desde el gobierno, que tiene la enorme responsabilidad de informar, atender y conciliar… para evitar explosiones sociales, tragedias, latrocinios, corrupción, violencia, pobreza y, por el contrario, fomentar el desarrollo económico, el bienestar y el progreso.

Sin embargo, en estas últimas semanas de esta crisis huachicolera parece que no se reconoce la existencia y magnitud del problema, en consecuencia, se ha dicho que no hay verdadero problema. Es decir, no hay desabasto porque hay suficiente gasolina en los barcos, almacenada, en los pozos, bajo tierra, pero no suficiente abasto en las gasolineras y, por tanto, en realidad sí hay desabasto para el sufrido consumidor, aunque se declare mil veces lo contrario.

En México tenemos fascinación por la muerte y las flores, como dice Pellicer… y nuestras contradicciones son asombrosas. Hay pueblos enteros dedicados al robo de huachicol y lo inaudito: acostumbrados a ello ya como tradición familiar. Así como también hay pueblos enteros que fomentan la trata de personas y nadie los toca. Se puede argüir que la pobreza y la ineducación son de tal magnitud que no hay otra forma de sobrevivir. Sin embargo, Dura Lex Sed Lex, debe de ser primero. Nadie por encima de la ley.

Mientras que aplaudimos la batalla contra el robo y creemos saber quiénes han sido los culpables, otros muchos se quejan -y con razón- de la escasez y sólo ven la agujita roja del tablero y contabilizan las molestias y pérdidas en las colas, parecería que están convencidos de que todo tiempo anterior, cerrando los ojos sin salir del confort, fue mucho mejor o, como en El Quijote, "ándeme yo caliente y ríase la gente"

La mera verdad es que pudo haberse evitado en gran parte la molestia, el enojo, las mentadas justificadas con un plan eficiente y eficaz. Y con mejor comunicación oficial.

Sin embargo, a lo hecho pecho, debo de subrayar que si se logra en efecto, acabar con los huachicoleros, detenerlos, juzgarlos y llevarlos a la cárcel, las molestias sociales por el tiempo de espera y escasez habrán valido la pena.

Se habrá avanzado en la construcción de un mejor país y la Cuarta Transformación empezará a cosechar. De otra manera, a los ojos de todos, seguirá siendo el mismo país subdesarrollado corrupto, menos distante cada vez de la explosión, donde el gobierno tendrá que empezar a pagar el descrédito.

En efecto, "ni un paso atrás", aunque siempre con calicatencia y buenos resultados. No bastan las buenas intenciones… ni los malos humores.

Arturo Martinez Caceres

Arturo Martinez Caceres

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