POLÍTICA

En las entrañas del monstruo

En las entrañas del monstruo

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Un millón de mexicanos murieron en la Revolución para que jamás se olvidará… y lo olvidamos

López Mateos lo planteó en las mismas entrañas del monstruo: No hay progreso posible sin justicia social.

Era la comida del Consejo de Asuntos Mundiales de la ciudad de Los Ángeles, en el marco de la reunión de nuestro Presidente con su homólogo Lyndon B. Jhonson, en aquella ciudad, en un ya lejano febrero del 64.

López Mateos señaló el acelerado deterioro de las cotizaciones de los productos exportables por Latinoamérica y su impacto negativo en las balanzas comerciales de la región.

Si no se mejora la relación comercial con nuestros países, dijo, de poco servirá la Alianza para el Progreso, impulsada tres años antes por Kennedy.

Hoy sabemos que la mentada alianza fue un intento para lavarse la cara tras Bahía de Cochinos y un paliativo a la verdadera (y draconiana) política comercial de bajar los precios de las materias primas, alzar los de los industrializados, endeudar a las economías en vías de desarrollo y someterlas a una dependencia de por vida.

López Mateos mencionó en esa reunión el deterioro de las cotizaciones de los productos exportables de Latinoamérica. Hasta el salón abarrotado de señores con corbata y señoras con sombrero y guantes llevó un estudio de la Comisión Económica para la América Latina de la Organización de las Naciones Unidas: el deterioro de los precios de las materias primas exportables por Latinoamérica en su conjunto reportaba una pérdida, entre 1955 y 1961, de 10 mil millones de dólares a precios de 1950. Dos mil millones menos que los recibidos por empréstitos (entre ellos la Alianza para el Progreso), inversiones privadas, turismo, fondos y otros conceptos.

Ese, por cierto, fue el único párrafo que la concurrencia no aplaudió.

Aunque si lo vemos desde su óptica, debió ser el único aplaudido, toda vez que acreditaba en su propia casa el éxito de su verdadera e imperialista política económica.

Concluyó "Adolfo el joven": Agravar estas condiciones condenará a la América Latina a la pobreza y a la violencia.

Y paradójicamente pobreza y violencia son nuestra realidad y, parece, nuestro futuro.

Ya no tenemos la Alianza para el Progreso. Su versión actual, el Plan Mérida, es la misma gata revolcada: prestamos para pagar con su dinero los productos que nos venden. Ahora armas, balas, helicópteros y servicios de inteligencia.

Al día en México mueren 23 mexicanos por hambre hic et nunc. Por homicidio la cifra se eleva a 50. La violencia nos cuesta anualmente 215 mil millones de pesos, equivalentes al 1.34 del Producto Interno Bruto, según datos de Campa Cifrián.

El déficit en nuestra balanza comercial de alimentos fue el año pasado de casi tres mil millones de dólares; en 2012 alcanzó los cinco mil millones. Cuán lejos se antojan aquellos días en que López Mateos alertaba de un deterioro en los precios de las materias primas por 10 mil millones de dólares !de toda Latinoamérica y en un lapso de seis años¡

La producción nacional de alimentos abastece sólo el 58% de su demanda. Importamos el 80% del arroz que consumimos y el 33% de maíz.

El valor de nuestras importaciones agropecuarias aumentó 43 veces, tan sólo de 1993 al 2012. ¿Cuánto habrá aumentado desde 1961 (fecha de la Alianza para el Progreso)?

Del 93 al 2012 el valor de las importaciones de frijol aumento 52 veces, 5 veces la del arroz. ¿Cuánto habrán aumentado desde 1961?

La paradoja es para volarse los sesos: dejamos de producir porque los precios de nuestros productos se cayeron y hoy, ya sin producción nacional, los precios suben sin límite y nos obstinamos en seguir sin producir, echándole la culpa al campesino y no al mercado.

Quizás erró el tiro López Mateos: no era a los norteamericanos a quienes tenía que alertar de sus propias políticas, sino a los mexicanos y, con especial énfasis, a las generaciones que llegarían al poder años después de él.

Por desgracia no lo hizo y los gobiernos de México, de todo signo y color, optaron por darle la espalda al campesino mexicano.

El problema ya no es del campo ni de los campesinos (los pocos que han logrado sobrevivir a esta moderna expoliación), es de México y de seguridad nacional. De sobrevivir como Nación soberana y viable.

La advertencia de López Mateos, como sea, sigue hoy más vigente que nunca: sin justicia social no hay progreso posible. Un millón de mexicanos murieron en la Revolución para que jamás se olvidara… y lo olvidamos.

#LFMOpinión
#Política
#RevoluciónOlvidada
#AdolfoLópezMateos

Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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