POLÍTICA

Contracorriente Democrática

Contracorriente Democrática

Foto Copyright: lfmopinion.com

No cabe duda, nunca segundas partes fueron buenas, aunque algunas son de vergüenza

¡Ah, los tiempos de la Corriente Democrática!

Tiempos aquellos, de heroicidad desbordada y democracia a flor de piel. La democracia era el remedio a todos los males, empezando por el desuso político. Así, los dos viejos amigos de aventuras y secretos en París, se reunía de nuevo en la oportunidad de reciclarse políticamente en esfuerzo trascendental y epónimo: la democracia interna del PRI.

Democracia interna aunque se caigan los cielos, fue el grito de su reinvención.

Qué mejor forma de tapar una carrera diplomática alcoholizada y pendenciera. Qué forma más heroica de dar cauce a un ego tan desbordado cuan frustrado. ¿Qué quedaba por delante al otrora joven maravilla del echeverrismo, en un horizonte de cambio generacional y quiebre de modelo de desarrollo? Fue así que Porfirio Muñoz Ledo se envolvió en la bandera de la democracia interna y revivió, si algún día llegó a fenecer, su rencilla universitaria con Miguel de la Madrid.

Cuauhtémoc, por su parte, ya lo había sido todo. De la mano Doña Amalia lo llevó al Senado y al Gobierno de Michoacán, sin descuidar las concesiones forestales y demás prebendas de la familia; pero del PRI sólo podría esperar ser delegado de un Estado a otro, caballetes en span style="font-style: italic">presidiums inocuos y presidencias de comisiones engañabobos.

Surgió así la Corriente Democrática y la historia que todos conocemos.

Historia de la que devino el PRD, que, en una nueva e inesperada oportunidad, acudió al rescate de Cuauhtémoc que encaminaba sus pasos a una funeraria para reciclarlo, primero, en la reforma energética, ante el riesgo de que López Obrador acaparara todo el escenario y, luego, en el PRD, de cara a que el mismo Andrés Manuel lo desfonde hasta sus cimientos.

Y Cuauhtémoc span style="font-style: italic">habemus. ¡Ah, la vitamina "P"!, capaz de revivir al mismísimo Fidel Velázquez.

Pero el hijo del Tata regresó por sus fueros. El petróleo, parece decir, no es de México, sino de los Cárdenas. Su nacionalización dio a esa estirpe una especie de derecho primigenio y exclusivo para su defensa. ¿Quién defenderá al petróleo de sus defensores?

Ergo, el petróleo no es para explotarlo y generar desarrollo nacional, es para defenderlo y sacar raja política; pero esa defensa y raja tienen monopolio y éste está en crisis ante la amenaza de AMLO de desbancar a la estirpe del Tata.

Más no sólo el petróleo es de ese monopolio, también lo es, nos lo recuerda Cuauhtémoc, el PRD.

Y así, el Ingeniero Cárdenas exige presidir el PRD. ¡Claro, si las bases así se lo ruegan! Ante lo cual impone dos condiciones: que nadie compita contra él y que le modifiquen los estatutos que le incomodan con una molesta prohibición reeleccionista.

Qué poca memoria, por decir lo menos.

¿Y todo el aquelarre de la Corriente Democrática, y la democracia interna, y el repudio al dedazo y a la imposición, y el desgarre de sus vestiduras, y el fin al régimen de excepción a candidaturas impuestas?

Contestará Cárdenas que esos atavismos sólo eran deleznables en el PRI de De la Vega Domínguez, jamás en el partido que cuelga de su llavero.

No cabe duda, nunca segundas partes fueron buenas, aunque algunas son de vergüenza.

Veinticuatro años de brega perredista para perder el partido entre su caudillo primigenio y su sucesor. ¡Ah para herencia de los Chuchos!

Cuauhtémoc ya imprime la propaganda de su cuarta candidatura. La otrora democracia a flor de piel se ha perdido en los pliegues de sus profundas arrugas y meandros de su desmemoria. AMLO hace lo mismo para un tercer intento. Él, al menos, siempre ha sido un cínico anónimo.

El PRD, por su parte, se desdibuja en una Contracorriente Democrática.

¿Congruencia? ¿Qué es eso? ¿A quién le importa?

En esta interminable y emética saga sólo falta Porfirio y algún otro partido que por dedazo le entregue su dirigencia y lo haga, también, candidato. ¿Quién se apunta?

#LFMOpinión
#Política
#ContracorrienteDemocrática

Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

Sigueme en: