POLÍTICA

Mercachifles

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En política hay cosas que no tienen precio, empezando por la política misma

Podría llamarse la maldición de López Portillo que condena sin remedio al cinismo generalizado.

Habrá quien diga que los priistas encabezan la lista por antonomasia, pero yerra. La competencia es descarnada.

Sin asomo de rubor, panistas y perredistas muestran a ojos vistas la forma cómo se legisla en México.

Para los romanos el legislador se asimilaba a los dioses porque tenía que estar por encima de las pasiones humanas para regirlas en abstracto, sin dedicación a alguien en especial y buscando siempre el mayor de los bienes y el mejor de los valores.

Entre las múltiples conductas que pueden ser, el legislador debe optar por la que "debe ser" en función del fin último y de los valores que inspiran el comportamiento de los hombres en sociedad.

Las leyes, como todo lo que se respete, deben analizarse, discutirse y decidirse en sus méritos.

Y eso es lo único que no se hace en México.

Desgarramos nuestras vestiduras porque la CNTE extorsiona al gobierno con la liberación de unos secuestradores, sí, maestros de la CNTE, que mantuvieron durante cuatro meses secuestrados a dos menores en la oscuridad y humedad de una cisterna, a cambio de levantar sus cada vez más insostenibles plantones y marchas en contra de unas reformas aprobadas y vigentes, pero nadie levanta una ceja cuando el impresentable Madero condiciona las reformas estructurales a su extorsión electoral.

La de Madero y Zambrano son una extorsión burda, impúdica y ofensiva.

A diferencia de hace años, la opinión pública permanece pasiva, y hasta enfadosa, ante los reclamos panistas y perredistas en materia electoral.
Peor aún, lo que priva es el hartazgo y la reprobación absoluta sobre las supuestas demandas electorales de todos los partidos. A estas alturas no existe mexicano crea que sus reclamos responden al interés popular y que sean en beneficio de la democracia.

Sabrá Dios si lo que proponen es lo que México requiere. Sabrán ellos si sus ideas deriven mañana en perjuicio de sus intereses al cambiar de gobierno. A ambos líderes partidarios lo único que les interesa es medrar para subsistir en su triste y desastrada carrera. Si Peña quiere reformas debe de pagar por ellas y nosotros sacar raja de ello.

¿Serán éstas las mejores y más adecuadas reformas? ¿Resolverán los problemas que dicen atender? ¿Son las que México requiere? ¿A quién le importa?

Lo único que cuenta es que si el gobierno las impulsa debe pagar por ellas y es momento de pay per view. A medrar partidos que hay de donde cortar.

Así es como se legisla en México, extorsionando.

Esa es la democracia que tenemos y nadie lo puede ya negar cuando los partidos hacen de la extorsión prestigio y muleta de su invalidez.

Las leyes en México se mercan, no se legislan: la tuya por la mía.

Importa poco si ambas son malas. Mejor, mañana habrá más medros.

Las leyes en México son hijas de la extorsión. No de la virtud.

Madero y Zambrano actúan igual que la Maestra, igual que la CNTE, igual que el empresariado voraz. Y el juego se llama medrar, su instrumento es la extorsión y el chantaje, y la víctima es el pueblo.

Lo peor es que nadie se extraña. Para todos es más que normal que el PAN y el PRD impongan sus reformas (extorsión) al costo que sea, aunque nadie haya reparado en sus méritos.

¿Serán las reformas que México necesita? ¿Qué más da, si todo es mercadeo y todos sacan raja?

Nada más se olvida que en política hay cosas que no tienen precio, empezando por la política misma.

Mercachifles de la política. Mercaderes en espera de ser corridos del templo.

#LFMOpinión
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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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