El arte de servirse de los hombres

Es triste el panorama político de nuestro país. Con cada día que pasa los candidatos para las próximas elecciones se desprestigian más y más. Ya no hay ninguno que salga bien librado.

De elecciones así nadie gana. Una democracia donde se le pide al electorado que elija el menor de los males sólo lleva a que las cosas sigan empeorando porque votar por el menor de los males sigue siendo votar por el mal. Un electorado que da su consentimiento bajo estos términos es un electorado que se está echando la soga al cuello. Si estos son los candidatos hoy, no quiero ni pensar cómo van a ser los candidatos dentro de seis años.

¿Recuperará su prestigio el INE? ¿Recuperarán las instituciones la confianza de los ciudadanos? ¿Podrá la clase política mexicana limpiar su imagen? No si las cosas siguen como van y no parece haber razón para que cambien.

El negocio de la política va bien, muy bien. Quizás sea el momento más lucrativo para dedicarse al robo del erario público, y mientras la impunidad continúe, los políticos no tienen incentivo alguno para modificar su conducta. Al fin de cuentas con cada elección los ciudadanos, incautos, renuevan su consentimiento al sistema corrupto que les gobierna, dando luz verde para que las cosas sigan como van. Por sobrevivencia del más apto el electorado con su actitud ha hecho surgir cada vez personajes más y más miserables.

En ningún momento y lugar ha sido tan cierta la sentencia de Louis Dumur como hoy en nuestro país: "La política es el arte de servirse de los hombres haciéndoles creer que se les sirve a ellos."

¿Hasta cuándo seguirá durmiendo el mexicano?