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El perdón en Semana Santa y otros perdones justos y necesarios

El perdón en Semana Santa y otros perdones justos y necesarios

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Ni españoles, ni indígenas; Mexicanos.

Como refiere Mateo en 6:12: "Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden".

El perdón es un acto de reconciliación. No necesariamente de humillación, aunque lleva implícito el reconocimiento de una ofensa cometida.

En la Semana Santa, honramos el sacrificio de Cristo por el perdón de nuestros pecados y en el mundo cristiano se recuerda su entrada a Jerusalén, que marca el inicio de su peregrinaje a la cruz. La pasión es su captura, sufrimiento, muerte y para los creyentes, su resurrección. Es un tiempo de reflexión y agradecimiento. Y en el mundo moderno, de familia, recogimiento y vacaciones. De interrupción del trabajo cotidiano.

Es también tiempo para recordar que, a lo largo de la Historia, los más fuertes han conquistado a los más débiles, han impuesto gravámenes, gobiernos, idioma, religión y costumbres. Han torturado y robado, han violado y asesinado a los diferentes. Es justo reconocer, también, que muchas veces los derrotados cometieron, cuando pudieron, actos atroces, aunque siempre justificados por necesidades de su propia sobrevivencia.

En el mundo de la pintura, Pedro Pablo Rubens, así bautizado en honor de san Pedro y san Pablo, fue un exuberante flamenco del siglo XVII, que retrató con color, sensualidad y movimiento escenas históricas, religiosas y mitológicas. Entre sus obras sobresale el Rapto (la Violación) de las Sabinas, (el puritanismo franquista español rebautizó la serie sólo como rapto). Como se sabe, durante la fundación de Roma, y ante la escasez de mujeres, los romanos comandados por Rómulo, decidieron incursionar con éxito en tierras de vecinos y robaron a sus mujeres, campo fértil para la creación del Imperio. Las Sabinas, hijas y hermanas de los originales sabinos y esposas y madres de romanos, impusieron sus condiciones femeninas y el llamado rapto terminó en banquetes, perdón, celebración y muchos alumbramientos romanos.

La resistencia francesa, por ejemplo, fue heroica en la Segunda Guerra Mundial del siglo pasado, como lo retrata con maestría Lelouche en su versión fílmica de Los Miserables, basada en la novela de Víctor Hugo y ambientada en Francia durante la ocupación alemana. Ahí destaca la actuación de Jean Paul Belmondo, bautizado así en honor de san Juan y san Pablo y Alexandra Martines, entre otros. Una versión, clásica, aunque no muy popular y que ahora ya envejeció es aquella con Charles Laughton de 1935.

Como escribió don Arturo, mi padre, en noviembre de 1950, en la revista Hoy, número 717 y que transcribo en parte:

"Desde que el mundo es mundo, señor, (se refiere a Nemesio García Naranjo), unos pueblos han sojuzgado a otros. Y los han sojuzgado siempre por razones políticas o económicas -y aquéllas son también económicas.

"Las conquistas las han hecho siempre los aventureros, quienes (a veces), pueden ser reconocidos hasta como héroes arrojados.

"¿Pensó Alejandro en llevar una cultura a los pueblos que sojuzgó? ¿Quiso Julio César crear una nacionalidad en las Galias? ¿No sería ridículo que los moros hablaran de haber unido los reinos españoles y, por consiguiente, haber creado a España como nación? ¿Qué pensaríamos de Inglaterra si nos dijera que conquistó a la India para incorpórala a la civilización occidental?

"En cuanto a los países hispanoamericanos, hemos saldado la cuenta, y de ello hace ya mucho tiempo. No (sólo) con el oro del Perú ni con la plata mexicana. Ni siquiera con los Autos de Fe y las Encomiendas, ni con las masacres y las esclavitudes, ni con las traiciones y las legislaciones discriminatorias, ni con las expoliaciones y ni con los propios conceptos religiosos aplicados a nulificar una legítima resistencia. Hemos saldado nuestra cuenta porque si tenemos de español, España tiene de moro y de vándalo y de romano, y porque ni la cultura ni la religión que trajeran los conquistadores son propias de España, la que a su vez las heredó de países que no reclaman tales glorias. Hemos saldado nuestra cuenta porque reconocemos románticamente que España fue nuestra Madre Patria, muy a su pesar, y porque damos, y en esto nos distinguimos precisamente, a todo señor todo honor…

"Sí, los indígenas hacían sacrificios humanos y comían carne humana asada. Pero nunca asaron pies de emperadores por mero afán económico, ni convirtieron ceibas en árboles de navidad con pendientes humanos…

"Reconocemos la inmensa deuda cultural que hemos contraído. Pero en ninguna forma abjuramos de nuestro indígena ascendiente que nos da trazo propio." Fin de la cita.

A casi 500 años de la conquista, del encuentro de dos mundos, habrá que insistir en todos los tonos y en todos los foros sobre nuestro orgulloso pasado. Habrá que insistir: no somos españoles, ni indígenas. Somos mexicanos. Y serlo es asumir plenamente nuestra realidad. Somos casi perfectos… como todos los otros pueblos del mundo, aunque haya algunos que se empeñen en querer demostrar lo contrario.



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Arturo Martinez Caceres

Arturo Martinez Caceres

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