PARRESHÍA

Voracidad

Voracidad

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Día de las madres a los transportistas

Durante nueve largos meses los transportistas de camiones urbanos y suburbanos en Nuevo León armaron un circo de tres pistas con el tema de las tarifas para evitar que el gobierno del Estado saliese airoso en la reestructuración a fondo del sistema de movilidad urbana.

Una reordenación que implica legislación, reordenamiento de rutas, transparencia de ingresos y rendimientos, renovación del parque vehicular, uso de tarjeta de transporte que permita conocer a ciencia cierta el rendimiento pasajero kilometro, de suerte de poder saber por primera vez si las tarifas son o no suficientes, habida cuenta que para los transportistas nunca lo son y, todo parece, jamás lo serán. Y por sobre todo, mejorar el servicio a los usuarios.

En Nuevo León el transporte urbano estuvo durante muchos años en manos de la CTM y, en particular, de una familia; sus camiones eran piezas dignas de museo, las rutas respondían al caos y las tarifas a las presiones y cálculos partidistas.

Hoy en día las rutas de camiones urbanos están en manos de unos cuantos transportistas que jugaron a las vencidas con un gobierno que desde su inicio ha buscado una reordenación de todo el transporte público con una visión de largo aliento. Los transportistas adujeron que el gobierno pretendía aumentar las tarifas, expediente común de las anteriores administraciones; al juego se sumaron diputados, senadores y medios de comunicación tradicionales con tal de pegarle al gobierno de Nuevo León.

Durante meses el gobierno explicó una y otra vez que el problema no era tarifario, sino de mayor envergadura y aliento, de suerte de poner fin a una relación perversa y sádica en donde el principal perjudicado era el usuario.

Hace unas semanas los transportistas hicieron un paro loco para presionar al gobierno haciendo sufrir al ciudadano y exacerbar la critica mediática. Antier, que los representantes de los transportistas estaban citados a una sesión del Consejo del Transporte, donde se discutiría y aprobarían los acuerdos para un reordenamiento a fondo e integral del servicio, se presentaron acompañados de tres personas más que, obviamente, no aparecían en la lista de miembros del Consejo y al decírseles que no aparecían como integrantes del órgano, en lugar de solicitar su acceso optaron por retirarse airados.

Ante ello el gobierno tomó la determinación de hacerse cargo del servicio, no a través de la requisa, que siempre estuvo a su alcance, sino de la compra venta de las unidades. Dicen los transportistas que el transporte no es negocio, pues entonces que se hagan a un lado y permitan al gobierno prestar el servicio, reordenarlo y eficientarlo.

El balón está ahora en la cancha del Congreso del Estado que hasta ayer había venido medrando políticamente a costa del gobierno y, sin querer, en favor de los transportistas. Veremos de qué están hechos estos diputados dentro de los cuales destacan tres fracciones: la del PRI y PAN que siempre han estado coludidos con los transportistas; y Movimiento Ciudadano que, con miras en el 21, ha sacado raja del circo de "El Tarifazo". A ver si ahora están a la altura de su circunstancia.

Los medios sin duda van a hablar de endeudamiento, autoritarismo y corrupción, en una maroma que dejará al aíre sus partes traseras.

El gobierno de Nuevo León rompe el circulo vicioso en que quisieron encerrarlo.

Los transportistas recibieron su merecido, la voracidad rompió el saco.

La sorpresa no es menor, los que sostenían que no había gobierno se quedan con un palmo en las narices.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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