POLÍTICA

El México bronco se presta al alba

El México bronco se presta al alba

Foto Copyright: lfmopinion.com

Me preocupa de sobremanera el envilecimiento del clima político nacional. No puedo aceptar que ésta sea la democracia por la que durante tantos años trabajamos. Las libertades, las leyes y la misma soberanía están en jaque. La política ha sido reducida a papel de baño con el que limpian su trasero los señores del poder, llámese político, mediático o económico.

Nos gobierna la estupidez en su doble acepción: la de inutilidad a que se refería Pericles y la de torpeza notable. Priva un clima de linchamiento feroz y manipulado. La democracia sólo puede florecer en un medio de civilidad, respeto, legalidad y tolerancia, pero en nuestra aplaudida democracia lo único que brilla es la estulticia generalizada.

A veces pienso que la apuesta es reventar el proceso electoral, o bien dejarlo ampliamente cuestionado; lo peor es que las huellas de la mano que mece esa cuna llegan hasta Los Pinos. No sabe uno si allí priva sólo la ignorancia y la torpeza, o también la ausencia del más elemental patriotismo.

Partidos y candidatos han sido tragados por la vorágine electorera y mediática. Su pérdida no es de hoy, viene de lejos. Los medios no están a la altura de una democracia moderna, bueno, ¡ni de un país bananero!, su nivel es el de una porqueriza.

El aquelarre ha adquirido carta de cotidianeidad: no sólo apreciamos el caos como normalidad, sino que lo aplaudimos a rabiar. La nave va a la deriva, el timonel sólo tiene ojos para su imagen en el espejo televisivo, la mar está en brama, el velamen institucional está rasgado e inservible, las filosas aristas de los arrecifes se aprecian a simple vista, pero nadie ve ni quiere ver: Tripulación y pasajeros se revuelcan en la orgía mediática de linchamientos, denostaciones y estupideces. La razón y la ley han dejado de regirnos, la amalgama que nos mantuvo unidos y en paz durante varios decenios acusa fracturas insoldables; privan los particularismos y con ellos la ley de la selva, el Leviatán ha sido derrotado por el mercado salvaje.

El México bronco se apresta al alba.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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