LA NAVE VA

El artefacto

El artefacto

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Adicciones y temores.

Entre los artefactos que enturbian la vida pública de nuestro país, ninguno tan pernicioso como el cuento de una eventual renuncia del presidente López Obrador que significativamente puso en boga él mismo cuando se comprometió a someterse a consultar la revocación de su mandato a la mitad del sexenio. Y entonces el fantasma de la deserción o del chantaje, o para decirlo con propiedad, de la deserción como chantaje, recorrió México. Porque a nadie con sentido común o responsabilidad ciudadana se le puede ocurrir que el descabezamiento del régimen constitucional puede solucionar una circunstancia que para ser salvada reclama el cabal cumplimiento del compromiso democrático de quien obtuvo la mayoría de los votos. Desde que en el Congreso fue derrotada la maniobra que pretendía que el plebiscito revocatorio fuera simultáneo a la elección de los diputados federales en la mitad del sexenio –lo que hubiera desnaturalizado por completo esos comicios--, la contienda política cobró sentido con referentes principales: la seguridad, la salud, el crecimiento económico, la defensa de la democracia, el ejercicio de la soberanía. Pero luego de un incidente baladí en un acto público y en una falsa discusión sobre su popularidad, el Presidente declaró que si en el índice respectivo sufriera una disminución notoria, él podría renunciar. Y que a pesar de los epidemiólogos se negaba a suspender sus prédicas matutinas porque si no fuera por esa práctica sus adversarios ya lo habrían tumbado. Sacudido por la insurgencia femenil, AMLO confesó sus adicciones y temores. Hay que recordarle que una cosa es el estado de opinión y otra muy diferente, y a menudo opuesta, es el Estado de Derecho. Que no se vaya a rajar y que se cuide de Romo y su contlapache Álvaro Uribe.




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Raúl  Moreno Wonchee

Raúl Moreno Wonchee

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