La muerte no se distrae

Corona Virus y crisis económica avanzan mientras las distracciones artificiales alienan nuestro entendimiento.

El problema es el virus que urbi et orbi mata al día decenas de miles de personas y sus consecuencias demoledoras sobre la planta productiva y el sistema económico; no quién come con el presidente, quién es culpable del desempleo, quién debe impuestos, qué postea el Papa, el financiamiento a los partidos, la rifa que no es rifa, la opinión estética sobre la energía eólica, supervisión de camellones, saludos ambivalentes u obsesiones históricas e histéricas.

La ausencia de centralidad sobre los temas torales y verdaderos solo habrán de acrecentar los daños, de suyo catastróficos, de nuestras pandemias.

Muchos mexicanos demeritan, si no es que desprecian, la gravedad del caso, al observar las contradicciones comunicacionales de un gobierno extraviado en nimiedades y una narrativa gubernamental que todos los días posiciona temas de relumbrón por sobre los asuntos de vida o muerte.

Puede que políticamente esta estrategia distractora rienda frutos fugaces de percepción, que ayuden a brincar el día; mientras la realidad, imparable, se acumula tras bambalinas y amenaza con desbordarse, y el mago repite una y otra vez los mismos y cada vez más lamentables malabares.

Despierta México. No te distraigas de lo importante en lo intrascendente; nos va de por medio la existencia.

No caigamos en distracciones inútiles, discusiones banales, entretenimientos chafas. Porque la muerte, ésa sí, no se distrae.





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