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¿Qué hacer con Mr. Trump?

¿Qué hacer con Mr. Trump?

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Ya es tiempo de contestar prácticamente, donde le duele y como dicen siempre, con dignidad.

No es la primera vez que nuestro país enfrenta la prepotencia y el abuso del gobierno de los EUA; esta lucha desigual actual es, sin duda, otro ejemplo recurrente del universal combate entre David y Goliath.

La derrota del más fuerte es históricamente posible sólo cuando la imaginación, la destreza y certidumbre ética se imponen a la fuerza bruta, a la soberbia y a la estupidez, como por ejemplo en la Guerra de Vietnam de los años sesenta del siglo pasado y en México antes, cuando Villa les pintó violines y en Veracruz cuando se dieron cuenta de lo costoso de la muerte de sus marines, principalmente por enfermedades tropicales y el desprecio y abandono de su propio pueblo. Es decir: invasiones sin razón ni justificación legal, la fuerza de dominación antes que la integración. El olvido de la negociación y la diplomacia, el irrespeto a los demás, a los débiles, son a veces insuficientes para lograr la victoria...para largo.

En efecto, no es la primera vez, pero sí es hoy cuando en el país hay una grave crisis definitoria de falta de liderazgo y hartazgo ante la corrupción, la violencia, la pobreza y la inepcia, cuando es tiempo de cambio de rumbo y de evaluación de nuestra identidad y posibilidades reales de progreso, cuando los paradigmas rotos nos obligan a nuevas definiciones para recuperar valores y dejar atrás limitaciones y carencias. Al tiempo de que el gobierno es cuestionado por la mayoría de los ciudadanos y en general es señalado como un régimen inepto, se debilita el Estado como expresión de la organización política de la sociedad y como Nación frente al imperio perdemos capacidad de respuesta, parecemos atolondrados y somnolientos.

En este entorno, una primera falta imperdonable es el daño que se hizo al país, a todos, incluida a la de por sí complicada relación México-USA, cuando a un aprendiz se le ocurrió invitar y dar tratamiento excelso a un candidato mal educado y lleno de odio a México. Ello es imperdonable porque marcó la ruta de la relación a corto y mediano plazos y empinó a su jefe. Lo dejó en estado de indefensión y sujeto a la inclemente crítica de todos, vulnerable frente al agresor. El hecho es que privilegió su relación con el yerno de moda a sus fundamentales obligaciones con su propio país y dejó una generalizada impresión de haber podido regresar como secretario por intervenciones inconfesables del mandón del norte.

En efecto, todos sabemos que Trump ha demostrado ser un muy limitado e ineducado twittero con mucho poder, prepotente y soberbio. Que parece que odia a los mexicanos, entre otras cosas, a partir de que no logró terminar con éxito negocios de bienes raíces entre Tijuana y Ensenada, y como buen agiotista quiere cobrar ahora el triple. Sabemos que es bipolar, o tripolar o simplemente un mentiroso contumaz. Y no parece querer o poder cambiar.

Sabemos que es el presidente del país más poderoso del mundo, y lo es porque Hillary no hizo bien su tarea mientras él insistió machaconamente en un discurso de odio, del quehacer diario que millones quieren escuchar siempre, por ejemplo: somos los campeones pero los malos mexicanos nos roban y quieren violar a Ivanka. ¡¡¡Y además nos roban empleos!!! Mientras los mexicanos pizcan fresas y recogen uvas... meten drogas y usan nuestros servicios médicos y programas sociales. Por ello y solo por ello, necesitamos hacer que "América" sea primero. La retórica funcionó en un pueblo ignorante e igualmente soberbio.

Hoy en día se complican las cosas, ya mandó a la guardia nacional a la frontera, la ofensa ya es trumpianamente inexcusable y ante ello se contesta con un discurso que subraya nuestro ancestral respeto necesario ante al más fuerte y la reiteración de que el respeto al derecho ajeno es la paz, sin mayúsculas y con un dejo de inocencia... hágame usted caso por favor, ya que tenemos la firme voluntad de negociar sobre la base de la dignidad mexicana y aún cuando lo que prevalece es el irrespeto, como dijo un presidente suyo, "nada por la fuerza".

Entonces , ¿qué hacer con Mr Trumpo?

Ya es tiempo de contestar prácticamente, donde le duele y como dicen siempre, con dignidad: no al TLC mientras no se convenga antes un marco de respeto, que le cobren multas al irrespetuoso, dejemos que la próxima administración negocie desde una mejor posición de fuerza, vamos imponiendo impuestos adicionales a las empresas norteamericanas avecindadas en México, expulsemos al menos a unos cien diplomáticos norteamericanos por cada insulto en twitter, cobremos impuestos extras a los spring- breakers en la Rivera Maya, que se prohíba a Mc Donalds vender hamburguesas, los Ford y los Chevrolet deben de regresarse a Texas, los Dodge a California, haber quiénes los compran. Nada de viajes a Disneylandia, impuestos adicionales y servicios más caros a las comunidades de jubilados norteamericanos de San Miguel de Allende, Baja California, Ajijic, Chapala, Rocky Point; por ejemplo, enviemos a nuestro ejército a la frontera a interceptar contrabando de armas y que Videgaray y el yerno amigo se vayan mucho a donde fue el padre Padilla, para nunca jamás volver. Y a Mr Trump, vía twitter y caralibro enviarle todos los días para que no se reelija otros cuatro años caracolitos, millones de refrescadas respetuosas y que los de Catemaco se pongan las pilas. Ah, y uno primero, un secretario encargado de relaciones exteriores general de división y patriota, que urge sustituir al aprendiz.

Y si todo lo anterior no funciona, pues no queda otra que apechugar hasta que llegue un día un mejor gobierno, patriota, talentoso con verdadera vocación de defensa de esa cosa poco tangible pero fundamental que se llama soberanía. O esperar que sean ellos, los que finalmente se den cuenta y elijan a alguien con sindéresis, que sume, que haga política y no quiera imponer siempre negocios ventajosos entre desiguales.


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Arturo Martinez Caceres

Arturo Martinez Caceres

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