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Gina Haspel la nueva cara de la CIA

Gina Haspel la nueva cara de la CIA

Foto Copyright: slate.com

Una amenaza para los derechos humanos en todo el mundo

Frente al horror que representó la llegada de Trump a la Casa Blanca en 2016, pasó desapercibido el hecho de que por primera vez en la historia de Estados Unidos una mujer, Kelly Ann Conway, había dirigido una campaña presidencial vencedora. A la luz de las 16 mujeres que acusaban al presidente electo de acoso sexual, el logro de Conway perdía todo valor para el público y con toda razón.

Esta semana Gina Haspel se presentó en el congreso esperando ser confirmada como la primera mujer en dirigir la Agencia de Inteligencia Central, la CIA (cargo que ya de facto está desempeñando), y el suceso nos deja con el mismo mal sabor de boca. Famosa por haber dirigido, durante la administración del segundo presidente Bush, una prisión clandestina en Tailandia donde bajo el programa Extraordinary Rendicion se torturaba a los prisioneros de manera cotidiana. Infame por haber destruido más de 100 videos evidencia de dichas torturas durante la administración de Obama. Con 33 años de experiencia en la Agencia, muchos opinan que Gina es la más capacitada para ser su Directora, el problema es el contenido de dicha experiencia.

Desde que comenzó a trabajar para la CIA en 1985 Haspel formó parte del Servicio Clandestino, primero como Oficial de Operaciones, luego como Jefe de Estación y finalmente como Subdirectora del Servicio Clandestino Nacional. Su carrera entera, hasta muy recientemente, se ha desarrollado en esa parte de la CIA que opera en la oscuridad y de manera no completamente legal, por decir lo menos. La mayor parte de su historial es información clasificada que no ha sido revelada ni a los senadores que deben ratificarla en su puesto.

Haspel representa la peor parte de la CIA, esa que se encarga de hacer el trabajo sucio del imperio.

Durante su campaña Trump declaró reiteradamente no sólo que apoyaba el programa de torturas de la CIA, sino que incluso pensaba se debían implementar técnicas más crueles.

La llegada de Haspel a la dirección de la agencia es una amenaza a la Convención de Ginebra y a los Derechos Humanos en todo el mundo, y anuncia que en la guerra contra el terrorismo, de nuevo, todo vale. El imperio ha decido quitarse la máscara y mostrar su verdadera cara, la más cruel, la más inhumana.

Con Bloody Gina, Gina Sangrienta como la apodan sus detractores, uniéndose al equipo del Perro Loco Mattis, el xenófobo Mike Pompeo y el beligerante John Bolton, el gabinete de Trump parece cada vez más un quién es quién de los cuatro jinetes del apocalipsis.

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Luis Rodrigo Farias

Luis Rodrigo Farias

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