LA NAVE VA

La confianza y la esperanza

La confianza y la esperanza

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La esperanza ha sido manipulada desvergonzadamente

La nave va




¿En qué se parecen Enrique Peña Nieto y José Antonio Meade? Esta pregunta, que para algún distraído podría parecer una impertinente broma estudiantil, tiene, sin embargo un hondo y profundo —como decía Malgesto— sentido político.
En efecto, el Presidente de la República, que en breve cumplirá el término de su mandato constitucional, postula que el valor supremo de su acción política terminal es la confianza, y el candidato presidencial del partido del gobierno afirma algo semejante en la lucha por obtener el voto mayoritario que le permita llegar a la Presidencia. Pero más que una coincidencia parece una equivocación. No del Presidente que debe hacer frente a las duras y difíciles condiciones internas e internacionales que lo apremian a cuidar la estabilidad económica y a garantizar la integridad de las instituciones en la transición política hacia un nuevo gobierno. Pero la circunstancia del candidato es otra. Está bien que apoye al gobierno en su búsqueda de la confianza de quienes la reclaman para no saltar del barco –sectores vinculados por la propiedad y el dinero¬—, pero el valor decisivo en la disputa por el voto de la mayoría que son los trabajadores, es sin duda la esperanza. En el proceso en curso, la esperanza ha sido manipulada desvergonzadamente por los opositores a partir de falsas premisas, que no ofrecen opciones viables sin más sustento que la demagogia desenfrenada. Pero la verdadera esperanza, la que se funda en el trabajo y el esfuerzo diario y es alimento espiritual del pueblo, debe tener un lugar preferente en la vía reformadora. El relanzamiento de Meade será enarbolando las demandas y las aspiraciones populares o no será.

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Raúl  Moreno Wonchee

Raúl Moreno Wonchee

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