LA ESTUPIDEZ DE TRUMP… Y NOSOTROS VOTANDO CON EL HÍGADO

Cerramos la semana con el anuncio de que Donald Trump había cometido una nueva estupidez, la imposición de aranceles de 25 % al acero y de 10 % al aluminio, parejos para México, Europa y Canadá.

Es una decisión que refleja la profunda torpeza de un hombre incapacitado para gobernar. Y no lo digo por el daño específico que provocará en esas industrias, el cual es bastante importante, sino por las afectaciones aún más graves que se causan por la escalada de reacciones de todos los involucrados.

De inicio, estas industrias salen afectadas en costos de fabricación y operación, precios de venta, conservación y/o generación de empleos, impacto en su red de clientes y proveedores, y en múltiples cadenas de negocios ligadas a ellas.

El siguiente golpe es a las economías de México, Canadá y Europa, pues en menor o mayor medida, según cada caso, les afectará en tipos de cambio, inflación y niveles de desempleo.

Pero el mayor daño viene multiplicado, pues los países afectados, ya respondieron con sus respectivos aranceles a otras industrias, con la finalidad de también lastimar a la economía estadounidense.

En el caso de México, la Secretaría de Economía de inmediato le atravesó barreras al queso, el cerdo, las uvas, las manzanas y los arándanos, entre otros productos. De igual forma, Canadá y Europa hicieron lo propio con los cosméticos, el papel higiénico, los productos para el cabello, y otras industrias.

Y de pronto, en menos de 24 horas, nomás por la estupidez de un tipo que no entiende el mundo, que se niega a aceptar cómo funciona la economía global, que cree pensar que el nacionalismo trasnochado aún puede funcionar a estas alturas de la humanidad, ya salieron afectadas más de diez industrias, en más de cuatro economías y en dos continentes. Hay nomás, y apenas van 24 horas.

Entender que en este tipo de decisiones no gana nadie y sí pierden todos, es inteligencia básica, es el más común de los sentidos.

Estos son los riesgos de tener presidentes anacrónicos y populistas a estas alturas del mundo, pues una vez que tienen el poder, a la primera que pueden, implementan sus locuras, y los países a temblar. Son daños que los pagamos todos, todos, excepto ellos.

Y bueno, la reflexión es inevitable, ¿Quiénes serán los menos inteligentes, ellos por hacer lo que hacen, o nosotros por votarlos en las urnas?

Justo en medio de estas decisiones que pueden derivar en una amplia guerra comercial, la cual tendría saldos muy negativos para todos, en México estamos a unos cuantos días de elegir a nuestro próximo presidente, y tal parece que queremos hacerlo sin tomar en cuenta absolutamente nada más que el combate a la corrupción.

Parece que somos una ciudadanía de muy escasa capacidad de análisis y que pensamos que nada de lo que sucede en el mundo nos puede afectar, que todo en nuestro país se reduce a que quienes nos robaron no vuelvan a hacerlo. Somos una sociedad que está abrazada de un árbol y que se niega a soltarlo para poder visualizar el bosque completo.

La solución para México no es continuar como estamos, por supuesto que no; pero tampoco es retroceder a políticas económicas de hace cincuenta años. Ese es el problema, que todo lo vemos en blanco y negro.

Insisto, la solución no es el presente, pero tampoco el pasado. La solución es ver lo que se está haciendo con éxito en países más desarrollados y dirigirnos hacia ello. Vaya, la solución es el futuro, es voltear hacia delante.

Y bueno, no hace falta tomar un curso en Harvard, para entender que al futuro no se llega metiendo reversa.

Ojalá que votemos con el cerebro y no con el hígado.

Amable lector, recuerde que aquí le proporcionamos una alternativa de análisis, pero extraer el valor agregado, le corresponde a usted.


#LFMopinion
#Trump
#Elecciones2018
#Economia