El voto y la soberanía

Los debates han puesto en evidencia que no ha sido el convencimiento la vía preferente de los candidatos para ganar los votos de los ciudadanos que acudirán a las urnas el 1 de julio. El mayor porcentaje de las inclinaciones de los electores proviene de emociones manipuladas por los medios y puestas en juego por el marketing. Los promotores de la democracia sin adjetivos tienen la intención de expulsar de las elecciones la razón y el pensamiento político para dificultar y aún impedir que gane el mejor y los prejuicios nos dividan. Así, los grandes poderes económicos podrían acrecentar su influencia en el destino de México e imponer sus intereses. Se dice que aquel que las encuestas presumen ganador irremediablemente va a ganar las elecciones sin que se haya emitido todavía un solo voto pues basta con la intención proclamada y recogida sin ninguna verificación, lo que en algún momento equivaldría a canjear elecciones por encuestas. No acepto semejante canje y sinceramente creo que ninguna persona consciente de su condición ciudadana puede aceptarlo. El sufragio debe ser efectivo. Ninguna opereta estadística debe usurpar las elecciones, acto supremo de la soberanía popular. Mientras tanto, cada uno debe pensar y repensar su decisión y que nadie tenga la osadía y la soberbia de ostentarse ganador al margen del voto que nos da a todos, la calidad de ciudadanos de una república democrática y representativa.

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