En el partidero

Por un momento, los arúspices electorales y sus encuestas usurpadoras de las entrañas de las aves fueron desplazados por el fútbol en la búsqueda de los indicios del futuro. Porque fueron los campeones del mundo los que cayeron fulminados por los once magníficos que llegaron a catorce a lo largo de los noventaitantos minutos del partido, primero de una lista que ojalá sea larga. El triunfo glorioso de los nuestros contra los teutones fue leído de maneras encontradas por la fanaticada, nunca tan extensa e intensa. No se aguantaron los hinchas de Meade, ni los de López en buscar señales auspiciosas para sus respectivos candidatos. Un viejo amigo, más, mucho más priista que Meade aunque al igual que el candidato nunca haya nunca suscrito solicitud alguna para inscribirse en el partidazo, y una amiga entrañable, más, mucho más a la izquierda del caudillo de México por la gracia de la Morenita, echaron mano al ingenio: el que iba adelante, muy adelante en las encuestas, perdió, dijo el que le va al tricolor. Cuidado, advirtió mi amiga morena de verde luna, que los que siempre han perdido, esta vez ganaron. En la nave se festejó la esgrima y se declaró un empate provisional de aquí a la final el primer domingo de julio en la que debe suponerse no valdrán ventajas adelantadas obtenidas en off side ni tarjetas acumuladas, mucho menos pronósticos inapelables aunque se vislumbren tiempos extras de rompe y rasga. Por último, acudo al maestro Washington Tavares, técnico de los orientales del Uruguay: de poco sirven los vaticinios sentimentales. Así que el domingo 1 todos a votar que el juego empezará con los cartones igualados a cero.

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