La prensa o el slogan falso

En un país tan diverso y contradictorio como los EUA, llama la atención que a iniciativa de The Boston Globe, alrededor de 300 medios impresos y electrónicos, unos muy importantes, otros de regular tamaño y algunos de sólo influencia local, se hayan unido para abanderar
un reclamo social contra las descalificaciones reiteradas por parte de la Administración Trump, así como subrayar su importancia y trascendencia en la sociedad.

En efecto, todos unidos contra Trump y su instrumento de gobierno. Contra las descalificación generalizada sin méritos ni pruebas de que aquello que le incomoda es "fake news", o la campaña dirigida para sus electores republicanos que lo apoyan sin importar qué haga o declare y que se tragan sin cuestionamientos ni reclamos la píldora completa, con tal de que repita a diestra y siniestra " Make América Great", con tal de que insulte a los mexicanos corruptos y violadores causantes de todo mal o la agarre contra Obama, por ejemplo; y se aplauda la grandeza y destino manifiesto de las barras, las estrellas y al mismo tiempo, a su líder actual.


No les importa el cambio climático, la discriminación racial y políticas de supremacía blanca, el acceso a programas de salud, sus unilaterales e insultantes relaciones comerciales con el mundo y el TLC con México y Canadá, los nuevos impuestos a las importaciones desde la Comunidad Europea y Turquía y otras partes , el cambio de la sede oficial a Jerusalén, sus relaciones y encubrimiento con los rusos, la caída en los niveles educativos, que si Melania ya no lo aguanta, que su política migratoria sea vergonzosa… para ellos el discurso twittero es todo. Y todo, porque todo lo demás es falso.

Por lo anterior es especialmente relevante subrayar la actuación coordinada y sin precedente de los medios en su contra. Desde su toma de protesta Trump ha calificado a los medios como "enemigos del pueblo" y acusado a periodistas de ser tendenciosos. Por repetirlo, ha hecho que "fake news" sea sinónimo de lo que incomoda a sus intereses y que en el país de úsese y tírese las noticias incómodas sean igual a desecho. Ha incluso acusado a la prensa de ser potencialmente capaz de fomentar conflictos bélicos y estar en contra de los intereses nacionales.

Entonces, la prensa libre unida ha enviado un mensaje sobre la veracidad de sus notas, sobre la importancia de su función social y su trascendencia en la economía, la política y la sociedad. Los periodistas trabajan o deben de hacerlo con hechos por más incómodos que sean a Trump o a sus aliados del poder. No hay pruebas de ninguna conspiración en su contra como insiste en su paranoia y en sus críticas repetidas de que la prensa genera desconfianza y desunión, como si quisiera una prensa callada y obediente. En efecto, el asunto no es la actuación de la prensa en su trabajo de divulgación, comunicación, opinión y crítica; sino en la realidad que se analiza y refleja.

Como era de esperarse, de inmediato Trump contestó vía Twitter, que la "verdadera oposición es actualmente la prensa", mientras sus aplaudidores profesionales gritaron sin recato: "Go, Go, Go…", ya no que queda por lo visto moral alguna, lo que obligó al Senado a difundir una resolución unánime diciendo lo obvio: "la prensa no es el enemigo del pueblo" y que, but of course, atacar indiscriminadamente a la prensa constituye un peligro para la democracia. En efecto, la descripción del acontecer diario en los EUA, su gobierno y relaciones con el exterior es un derecho y responsabilidad de la prensa que no puede acallarse con gritos de fanáticos.

Sin embargo, la verdad es que la economía está creciendo, que la reforma fiscal favorece a los ricos que pagan menos impuestos y que por ello se ve hoy en el horizonte una posible reelección, en tanto no se consolide un opositor demócrata. El panorama es zafio, anaranjado y poco educado. Las llamadas "fake news" continuarán como cuchillito de palo, mientras el Twitter funcione.



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