SUSTENTABILIDAD INDIVIDUAL

LA CIVILIDAD EN LA SUSTENTABILIDAD INDIVIDUAL. Parte I.

LA CIVILIDAD EN LA SUSTENTABILIDAD INDIVIDUAL. Parte I.

Nos hemos ocupado del tema de los VALORES y de la CULTURA como pilares de la Sustentabilidad Individual. Huelga decir que ambos nos llevan sin mayores esfuerzos a desenvolvernos en un ambiente de civilidad. Y pese a que existen casos concretos de sociedades que no cuentan con cultura suficientemente sólida, pero sí con un nivel satisfactorio de civilidad, es que vale destacar ahora que el orden y el respeto son, a su vez, elementos destacadísimos para vivir en civilidad – para fines pedagógicos, reservaremos el tema del orden para el tercer artículo de este tema.

Hemos hablado sobre el rol que juega la educación en el orden y el respeto dentro de las sociedades civilizadas. Pero de nueva cuenta caemos en la argumentación de artículos anteriores: la "educación" no es sinónimo de escolaridad. Son innumerables los ejemplos que podríamos tener a la mano, y en la mente, sobre personas que cuentan con un alto nivel socioeconómico y de escolaridad, pero que viven un día sí y el otro también en la incivilidad. Principalmente por falta de respeto hacia los demás. Desde la forma como tiramos la basura y en donde la tiramos, la forma como caminamos, estorbamos o entorpecemos el paso a los demás, la forma como abordamos el transporte público y nos comportamos en el interior del vehículo o convoy, la forma como conducimos nuestro automóvil, nos detenemos en segunda fila o en lugares no permitidos, la forma como damos un servicio o atención a un cliente o persona, la forma como encontramos excusas sin asumir responsabilidades, la forma como convivimos con otros y en la sociedad. Los ejemplos serían tantos, que este artículo no bastaría para enumerarlos.

La falta de respeto genera desorden interpersonal, desorden masivo y social, conflicto, pugnas e informalidad. El compromiso que implicaba antaño extender nuestra palabra para sellar una acción futura, parece ser irrelevante ya. La "palabra" como tal, no existe más; porque el honor se extinguió – cuando menos en la mayoría de los casos. Recuerdo cuando en la época de nuestros padres la palabra era más potente que la firma. La firma era una mera formalidad, pero la solemnidad venía de la palabra, que era evocación pura del honor y de la dignidad del emisor mismo. Y para remarcar su importancia, en ocasiones se resaltaba más, al añadir con fuerza y elocuencia: "¡palabra de honor!".

- ¿Había entonces más civilidad? –
- ¿Acaso la modernidad ha mermado la civilidad? –
- ¿Cómo podemos vivir en civilidad cuando las mayorías viven en entropía?

Creo que la fórmula se basa precisamente en regresar a la Sustentabilidad Individual. Pues entraña de hecho respeto y orden. Antes que nada en el ámbito personal - aquí resulta fundamental que el nivel de compromiso con uno mismo sea total. Luego en la vida familiar, grupal y comunitaria, para que en la misma dinámica, repercuta hasta lo nacional.

Así que es conveniente hacer aquello que es más fácil y productivo hacer: comenzar con nuestra individualidad, comenzar por tener respeto a nosotros mismos. Y aunque en tiempos de la modernidad, pareciera una tarea harto complicada, porque se confunde con banalidad, arrogancia y hasta narcisismo enfermizo, en realidad no lo es tanto, solo se requiere de convicción y compromiso para comprendernos con humildad y para cambiar.

Para identificar que nuestros actos se encuentren enmarcados en el área del respeto hacia lo demás. Lo más práctico es tener presente que debemos conducirnos con las personas en la forma en que nos gustaría que ellas se conduzcan con nosotros: como se dice vulgarmente, no hacer aquello que te desagradaría que te hicieran a ti. Esto empero, no es un cheque en blanco para las personas que nos prestan algún servicio y que incumplen con los estándares mínimos de calidad y desempeño en una relación cliente/ciudadano – prestador de servicios. Puede ser común que en algún establecimiento u oficina pública traten a las personas con "la punta del pie". En este caso, por lo contrario, debemos reaccionar con rigurosidad para que la contraparte cumpla con eso que conforma su "manifiesto". Y un caso muy palpable es lo que ocurre en el SAT, en donde tienen hasta el cinismo de poner al frente de su escritorio una mica que dice: "Mi Manifiesto". Pura demagogia dado que terminan tratando al ciudadano como si vivieran en un régimen fascista, en el que solo ellos son los sabedores de la verdad. Por desgracia esto prevalece en cientos y miles de establecimientos, en compañías aseguradoras, líneas aéreas, supermercados, escuelas particulares, universidades, centros deportivos y más en dependencias de gobierno. La lista también sería interminable.

Conducirnos con respeto hacia los demás, y exigir a quienes nos prestan un servicio, que lo hagan con el nivel de calidad por lo que cobran nos haría más dignos. Es una obligación que debemos asumir, de lo contrario, el abuso se convertirá en forma y la forma en costumbre: siendo que la costumbre en el presente, hace norma en el futuro. Un compromiso que tenemos con nuestra sociedad y nación, con el único afán de generar orden y coadyuvar a que regrese el Estado de Derecho – si es que algún día existió.

Respeto es también exigirnos el máximo a nosotros mismos, porque el potencial del ser humano es enorme, partiendo por su creatividad y siguiendo por su capacidad de concretar; después viene el exigirle a los demás. Pero más aún, el respeto se consagra en nuestra actuación frente a los adultos mayores y ante la Patria.
(De ello hablaremos en el siguiente artículo).

"La Patria es primero."

- Vicente Guerrero –

Hugo Rodriguez B.

Hugo Rodriguez B.

Nací en Tlalpan, Distrito Federal y cursé tres licenciaturas: en Comunicación, en Derecho y en Economía. La Maestría en Administración y el Doctorado en Ciencias. Adicional a mis actividades académicas, destaqué en los ámbitos deportivo y profesional. Deportivamente, ascendí en dos ocasiones al Monte Everest y soy el único ser humano que sobrevivió una noche en las inmediaciones de la cumbre sin oxígeno, tienda de campaña ni sleeping bag, situación de sobrevivencia que me fortaleció en disciplina y determinación para lograr todo lo que me he propuesto en la vida. Adicionalmente crucé a nado en dos ocasiones el Canal de la Mancha. Además tengo el récord mundial de larga distancia en nado de mariposa de 70 kilómetros de Cozumel a Cancún. Fui galardonado con el Premio Nacional del Deporte en 1986 y el Deportista del Siglo en el año 2000 (con 55 deportistas más de diversas disciplinas). He sido considerado como uno de los deportistas de extremo y alta resistencia más destacados del mundo.

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