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Magnífica bestia… y veleidosa

Magnífica bestia… y veleidosa

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Una gaviota no hace verano.

La historia de la dominación es también la historia del poder que se expresa en forma indubitable en la política y, particularmente, en la política económica.

Un retrato conocido al respecto, aunque sucinto, es la popular cita atribuida a Lord Acton: "El poder corrompe (tiende a) y el poder absoluto corrompe absolutamente", y, otra menos conocida y tal vez aún más demoledora al final del día, es: "… todas las clases (sociales) son incapaces para gobernar", precisamente por las contradicciones que genera la gobernanza en el contexto social, frente a los intereses de las otras clases sociales. Por cierto, este autor historiador inglés, nació paradójicamente en Nápoles, en el Reino de las Dos Sicilias, antes de la unificación italiana del siglo XIX.

Por su parte, el autor francés Michael Foucault se refiere a la relación entre poder y conocimiento y cómo ello es usado como forma de control social incluso al través de las propias organizaciones gubernamentales o de grupos de la llamada sociedad civil con intereses específicos. Se refiere al poder como "una magnífica bestia", en consideración a todas sus cualidades y defectos, a su generación de dominio y explotación. Como se sabe, la guerra de razas alcanzó "su forma paroxística en los campos de concentración y exterminio".




El poder se manifiesta en todas las relaciones y expresiones sociales, como son las religiones, la familia, el modo de producción dominante, la organización empresarial y la organización del reparto de la riqueza social, las preferencias sexuales, los valores éticos y antivalores de discriminación, las relaciones entre médicos y enfermos, la organización del trabajo, las guerras y las invasiones, por ejemplo.

El poder está íntimamente ligado a la política, es decir, al arte o ciencia de lo posible, del griego politiké, de la polis, relacionado con los ciudadanos, que trata del gobierno y la organización de la sociedad y a la política económica, que es la "veleidosa" organización, funcionamiento y estrategias para el logro de objetivos y metas económicas que benefician, en mayor o menor media, a diferentes sectores de la población, a grupos o clases específicos y generalmente responden al interés de las élites.

Por ello, las celosas y cambiantes políticas económicas son calificadas por poderosas calificadoras de riesgos, supragubernamentales, aunque siempre vinculadas con el gran capital y sus intereses para dirigir y controlar las políticas económicas, con base en la fiducia o credibilidad y confianza (que casi siempre ellas mismas definen), de ahí la importancia de la estabilidad para generar altas ganancias. De ahí el repudio a las huelgas y desmanes que interrumpen el proceso de acumulación, salvo cuando, de tiempo en tiempo, se requiere sacar del mercado a algún competidor indeseable. De ahí el repudio a la reducción o limitación de comisiones bancarias y financieras, a los programas sociales de apoyo al bienestar mayoritario, las críticas al plan de solvencia y rescate en Pemex, a la "forma" de combatir al huachicol. Por ello, aún insisten en las "pésimas" señales enviadas al mercado por la cancelación de ese aparatoso proyecto del aeropuerto de Texcoco, que evitó la generación de enormes ganancias particulares con recursos públicos y a pesar de la corrupción documentada. Por eso se insiste en que así la inversión aún no llega en suficiencia, en fin, que no hay confianza, que se requiere regresar a la política económica de los gobiernos anteriores que cerraron los ojos y cobraron su parte.



Entiéndase bien, la referencia y estudio de esta magnífica y veleidosa bestia que es el poder expresado en la política y en la política económica, trata de explicar, nunca de justificar. En efecto, aún somos arquitectos de nuestro propio destino y pagamos o cobramos, eventualmente, los escupitajos, insultos, las agresiones y los muros.

La aparentemente conciliadora y bondadosa, incluso joven e inocente, en ocasiones "naive" Cuarta Transformación, se enfrenta al monstruo de mil cabezas, producto de Tifón y Equidna, que olvidando a diputados, senadores y al poder judicial ha creado ya el llamado grupo de contrapeso con periodistas y locutores, con opinadores y comentócratas -muchos de baja estofa- televisivos y radiofónicos, además de políticos de diferentes tamaños, y empresarios poderosos y destacados que, de un coletazo, quieren volver al pasado, al grito encubierto de las falanges cuasifranquistas: ¡Viva la sociedad civil! ¡Vivan los privilegios! ¡No todo es corrupción! ¿Por qué hundir el barco, si sólo hay pocas ratas? ¡La corrupción no es todo!

En otra época, en otro lugar, coincidí con la mamá de un presidente de la República que sigue siendo ahora influyente y polémico, aunque ya sin pensión presidencial, la saludé como siempre y se me ocurrió comentarle: ¡qué bien la veo señora, me da gusto saludarla! Y ella, mujer inteligente y bondadosa, debo decirlo, me contestó con humor, -Ay Arturo, es la vitamina P. Y ante mi cara de asombro añadió, en voz más alta, -Si, la vitamina P… de Poder.

Desde luego, dicho sea de paso: una gaviota no hace verano.



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Arturo Martinez Caceres

Arturo Martinez Caceres

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