RAÍCES DE MANGLAR

Más de medio siglo de periplo y corazones solitarios.

Más de medio siglo de periplo y corazones solitarios.

Foto Copyright: lfmopinion.com

It’s getting better all the time

It was fifty-two years ago today

Una carpa azul funge como único techo para el local de Ramón Castillo, vendedor de revistas, libros y revistas en el Tianguis Cultural del Chopo. Es un hombre maduro, canas y anteojos incluidos. Aparenta cerca de 50 años, casi igual que el festejado. Entre tantos artículos musicales, parece el candidato ideal. La pregunta, apenas audible por el bullicio, le cae directo:

—¿Recuerda el día que escuchó el Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band de The Beatles por primera vez?

Antes de contestar, lo interrumpen unos clientes. Ramón, amable, nos remite a uno de sus amigos, quien está hablando con entusiasmo de Frank Zappa y de las virtudes de sus “esculturas de luz”, como el mismo artista llamaba a los solos de guitarra, en la canción “Watermelon In Easter Hay”:

—Si quieres saber de los Beatles mejor habla con él. Es el experto aquí.

“Él” es Enrique Lozano, un hombre de 67 años, licenciado en Artes Visuales de la Escuela Nacional de Artes Plásticas y amante de The Beatles desde los primeros álbumes de la agrupación. También es contador e ingeniero civil, no obstante, el motor de su vida es la música y la literatura, en ese orden. La pregunta es la misma que Ramón no pudo contestar: “Lo escuché y es algo que me marcó toda la vida. Tenía 16 años y entré a estudiar Artes Plásticas en la Academia de San Carlos. Nos dieron la bienvenida en julio con el reprise del Sargento Pimienta, con un sonido que me voló la cabeza. Con esa rola nos dieron la bienvenida a los estudiantes en 1967. Me acuerdo y se me pone la piel chinita”.


We’d like to take you home

El hogar de Enrique Lozano es un templo y un tributo al rock. La puerta es vigilada por el guardián Dylan, un perro raza bóxer que ladra y olfatea a cualquier visitante. En la sala, lo primero a la vista es una reproducción de La creación de Adán, uno de los frescos más reconocidos de Miguel Ángel Buonarroti. Contrapuesto a éste, una pintura basada en la portada de Layla and Other Asorted Love Songs de Derek and the Dominos. Ambos cuadros dan a la casa un tono elegante, pero también cálido y versátil. Lo solemne desaparece en los cuartos contiguos, adornados con fotografías y pósters de infinidad de músicos, cantantes y actores, desde David Bowie hasta Marilyn Monroe. Frente a ellos, un inmenso librero repleto de cd’s, libros, figuras de acción de roqueros como Jerry García y Janis Joplin, pero sobre todo, discos de vinil y acetatos. En el estudio hay aún más pósters y cuadros, un cartel original de la película Woodstock de Michael Wadleigh y una guitarra Fender Telecaster.

De entre todas las reliquias (cerca de 1,300 viniles y 3,000 discos compactos) sobresalen los casi 150 álbumes que son considerados rarezas por coleccionistas, como versiones alternas de los trece álbumes oficiales e incluso ediciones japonesas limitadas, pero sobre todo, una versión de lanzamiento del Sgt. Pepper’s… donde se escuchan detalles que fueron eliminados en las remasterizaciones. Enrique pone a girar el disco y, justo antes de comenzar el ya mencionado reprise, surge una voz de fantasma: “Entra Lennon”, ordena el productor George Martin. Al final del álbum, otro detalle, el ruido de los pies de Ringo rozando el piso al levantarse.

Hablar de los Beatles y de su obra magna es difícil por el lugar común que representan. Su influencia en la cultura popular es ampliamente conocida. El periodista y ex director de la revista La Mosca en la Pared, Hugo García Michel, en un número especial de esta publicación dedicado por entero al cuarteto, menciona: “The Beatles fueron los realizadores de la revolución mas importante y perdurable del siglo XX”. Por su parte, el escritor y periodista José Agustín Ramírez, conocido por ser el primer crítico de rock en México, en su libro Los grandes discos del rock 1951-1975 (Planeta, 2001) compara al Sgt. Peppers… con la Novena Sinfonía de Beethoven y comenta: “Los discos menores de The Beatles son discos mayores del rock”. Como emergiendo de una epifanía, Enrique declara: “The Beatles fueron el crisol de muchas inquietudes que otros no supieron tomar o mezclar. Ellos lo hicieron y ese fue el resultado, tanto personal: qué ser, cómo ser, cómo vestir, cómo tocar; y en público: qué decir, cómo comportarse”.

Después de 52 años de ser publicada, la obra se mantiene como un referente para generaciones completas de músicos y artistas. Su rompimiento con conceptos como el aura artística y el producto cultural son objeto de análisis académico. Por otra parte, sus avances en materia de producción e ingeniería de audio, aunque ya eran evidentes en Revolver, en Sgt. Peppers… llegaron a un nuevo nivel. Su trabajo con George Martin y Geoff Emerick en las consolas es inédito y, más que una relación de dirección y subordinación, inauguró una época de verdadera colaboración. Jorge Peña, ingeniero de audio y profesor de la Escuela de Música y Audio G. Martell dice al respecto: “A mis alumnos siempre les digo que es bueno que alguien opine acerca del proyecto fuera del punto de vista de los músicos. Es necesario que se dejen guiar por alguien con mayor experiencia”.

It’s getting better since you’ve been mine

Hace unos años, al salir de la estación del metro Buenavista se podían encontrar jóvenes vestidos con gabardinas de terciopelo negro vendiendo flores de acrílico y demás suvenires. De ahí en adelante, el sentido de dirección se intuía. Bastaba con seguir a estos personajes y a los puestos ambulantes que iban emergiendo con toneladas de parafernalia roquera. Hoy en día, por el contrario, la atención la gana la plaza comercial aledaña al Tren Suburbano. Incluso algunos vendedores cercanos titubean antes de ofrecer información. Dar con el Tianguis Cultural del Chopo es poco intuitivo. Los locales y puestos de ropa más próximos poco o nada tienen que ver con el rock, género musical que aún funge como motor de este espacio cultural, o al menos así lo dice su página oficial: “30 años de puro rock y cultura, el único tianguis en el mundo que le dedica sábado a sábado su vida al rock”.

Lejos de ideales comunitarios, lo que más caracteriza al Tianguis del Chopo es que sirve como zona de cacería, donde las presas favoritas son antiquísimos discos de vinil y acetato. Como dijo el periodista Rogelio Garza en su artículo publicado en La Mosca en la Pared titulado “El Cazadiscos”: “El internet tiene efectos colaterales, entre ellos, contribuir a la distribución de una práctica de la cultura musical: la de salir a cazar discos y coleccionarlos” Pero la búsqueda de hoy es una presa particular, una que cambió la manera de concebir álbumes y que está por cumplir medio siglo de existencia: “So let me introduce to you the one and only Billy Shears and Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band”.

Encontrar el Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band es ambiguo. Todo depende de qué se busque exactamente. El disco, por su popularidad, es fácil de conseguir en tiendas especializadas. En Mixup, por ejemplo, el CD tiene un costo de $229 pesos mexicanos, mientras que su versión LP de importación es de $570 pesos. En tiendas como Sanborns o Liverpool, el precio es similar y oscila entre los $250 y los $300 pesos. Eso para las versiones austeras, pero para ediciones de lujo el costo rebasa los $5,000 en sitios web como Amazon. Es un clásico muy demandado, por lo tanto, la oferta es continua. No obstante, para los cazadores de viniles las cosas no son tan simples. Dentro del coleccionismo, el Sgt. Pepper’s…es un objeto muy cotizado, sobre todo cuando hablamos de primeras ediciones o rarezas. “Me lo piden seguido. Especialmente chavos. Se puso de moda con las remasterizaciones. Es difícil de hallar. Ando en chinga de allá para acá, buscando. Apenas el domingo me enseñaron uno, primera edición mexicana. No lo vendo, me dijeron. Cuando llego a tener, la doy hasta en 2 mil pesos”, comenta Ricardo Vargas, hombre de 50 años y vendedor de discos en el Tianguis del Chopo desde sus inicios.

En formato digital el precio es menor. Tanto en iTunes como en Play Store es de $150 pesos. Ricardo se considera enemigo del formato digital. El factor nostalgia le es relevante, sobre todo si entendemos que este fue el primer álbum con las letras de las canciones impresas, además de que casi todas las ediciones poseen una guía con los personajes de la portada, cosa que el formato digital no ha podido suplir. Ricardo no cree que el disco físico vaya a ceder terreno ante las descargas y el streaming: “Lo sacan cucho. No sabe igual”.

With a little help from my friends

No es más grande que un Oxxo. Tampoco cuelgan de este negocio banderas inglesas, pósters de la banda o tienen puestas algunas canciones del cuarteto inglés. Está pintado de un azul, parecido al de un cielo despejado. Cuenta con un vitral de 3 metros cuadrados y en sus paredes se muestra una singular placa de Gabriel García Márquez: “Tengo la impresión de que todo el mundo era igual desde mi nacimiento. Hasta que los Beatles empezaron a cantar, todo cambió entonces”. El recinto es nada más y nada menos que el Club Oficial de los Beatles en México.

Ricardo Calderón es el actual encargado del Club de los Beatles. Tiene 68 años, usa lentes estilo aviador y mide aproximadamente 1.60: “Hola, ¿ya éstas lista?”, pregunta Calderón a una señora que lleva en su cabeza el manto blanco del tiempo y en su playera la portada el álbum Help. La mujer asiente con una sonrisa. "Soy fan de los Beatles desde 1964. En un inicio no sabía quiénes eran. Los escuché una vez, en un lugar del que no me acuerdo, pero ahí mismo pregunté quiénes eran los que tocaban esa canción. Me dijeron los Beatles y ya".

A diferencia de sus invitados, él no lleva playera beatlesca, sólo una camisa casual con el nombre del cuarteto discretamente bordado. Calderón no fundó el club, fue su esposa en 1984, cuando tenía 15 años y lo hizo acompañada de otras 79 personas.

“Cuando el club nació, yo andaba muy ocupado con mis trabajos, como la radio. Comencé ahí desde 1969 con mi primer programa que se llamaba curiosamente "El club de los Beatles”. Terminó en 1974 y lo tuve en Acapulco, en la XSI Radio 13.40 AM”. Al llegar a la capital, los fundadores del club comenzaron a ir a las reuniones que Ricardo hacia sobre rock, y él asistía a la de “Todos Juntos Ahora”. Cuando su esposa tuvo a sus hijos, Ricardo ya tenía todos los conocimientos para quedar al mando.

Aunque los Beatles son su banda favorita, no tiene un álbum predilecto. En sincronía con su propia vida, la publicación de cada álbum significó para sí mismo una etapa particular. Aun así Ricardo sabe que el Sargento Pimienta tiene un lugar especial “Puede que estrictamente hablando no sea el mejor disco. Yo creo que ese honor le corresponde a Revólver, pero el sargento destacó mucho en su momento. Todo mundo se dio cuenta que los Beatles habían hecho algo completamente diferente”. Ricardo opina que sin los Beatles, la música se habría estancado y que los demás músicos no habrían podido evolucionar, traspasar el 4/4 rocanrolero: “No es necesariamente el mejor disco del rock, pero sí es el más importante de la historia”.

Kenet Fuentes, estudiante de 22 años recuerda su acercamiento: “Tenía 7 años cuando fui capaz de reconocer la portada y algunas canciones del álbum. Ya conocía varias, pero no estaba consciente de ello. Me atrapó de inmediato, pues sus melodías eran inconfundibles. Además, estaba la portada. Crecí pensando que habían invitado a Tin Tan. Eso hacía proximidad conmigo. Cuando escuchaba “With a Little Help From My Friends” me imaginaba a la banda invitando a grandes celebridades del mundo para su portada y, por supuesto, un cachito de México ahí”.


Will you still need me, will you still feed me when I’m sixty-four

The Beatles inauguran y clausuran una época. Para bien o para mal, su consagración como mitos culturales los expone a diferentes perspectivas. Son objetos de estudio, de apreciación, pero sobre todo, de agasajo. Están quienes los escuchan desde niños y crecen creyendo que son héroes legendarios, pertenecientes a una lejanía impensable, y están aquellos otros, los privilegiados, como Enrique Lozano, a quien le tocó disfrutar, descubrir, crecer y madurar con la banda. Mientras guarda celosamente sus tesoros, sus distintas versiones del álbum, no puede evitar recordar, añorar. No obstante, él considera que no debería existir una regla para acercarse al disco: “Yo no doy consejos. Recomiendo. Yo le digo a mi hijo, óyelo como quieras. No es bueno predisponer. Si te gusta bien, y si no, a la basura. Así sean The Beatles”.

Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band cumple así sus 52 años de existencia. Para muchos sus canciones representan lo mejor de una época. Para muchos otros, los más, sus canciones forman parte de lo mejor que ha dado la cultura popular de occidente. Esas melodías parecen contener el misterio de la eterna juventud, pues su frescura permanece intacta. Nos queda sentarnos, escuchar y disfrutar mientras esperamos la siguiente gran celebración dentro de algunos años o como diría Paul McCartney: “Will you still need me, will you still feed me when I’m sixty-four”. Seguramente sí.

Fotografía: Gabriel Sánchez

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Francisco  Cirigo

Francisco Cirigo

En su novela Rayuela, Julio Cortázar realiza varios análisis sobre la soledad, exponiéndola como una condición perpetua, absolutamente fatal. Dice que incluso rodeándonos de multitudes estamos “solos entre los demás”, como los árboles, cuyos troncos crecen paralelos a los de otros árboles. Lo único que tienen para tocarse son las ramas, prueba inequívoca de la superficialidad de sus relaciones. Las personas somos como árboles y nuestras relaciones son ramas, a veces frondosas y frescas, a veces secas y escalofriantes, pero siempre superficiales. Nuestros troncos son islas sin náufragos posibles.

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