PARRESHÍA

Desolación

Desolación

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Muerte en vida.

No sabía que a veces la letra entra con muerte.

Desolar es dejar solo, destruir; causar aflicción extrema, angustia sin fin. "De solare", en donde "de" tiene la acepción de completamente y "solare", de "solus ", la de solo: Completamente Solo. Y tal es mi caso, que rodeado que familia, amigos y amor, vivo en muerte hundido en soledad.

Asolar, es también palabra devastadora: destruir, arruinar, arrasar. Nada queda en píe. Todo es nada.

Más he aprendido que desolado y asolado se conjugan, al menos en mí, en un nuevo significado: ausencia de sol; de luz, de calor, de centro. En tinieblas infinitas, en frialdad. Frialdad de muerte que todo envuelve en insondable y amarga noche, en tentáculos de témpano de orfandad que queman más que el fuego del averno.

Sin la luz materna y sin su calor primigenio y uterino; devastado, arrasado; en ruinas.

Cuando muere el padre se pierde la brújula y la seguridad; cuando muere la madre no hay piso, hueso, músculo ni voluntad que sostengan. Todo es caer.

Es saberse sin refugio, sin aliento, sin asidero; sin paz.

Es vagar a ciegas y sin rumbo en el terror infantil a la oscuridad de la noche y sin el consuelo abrasador del "nada te espante, nada te turbe, todo se pasa…" aquí estoy contigo.

Es entender que toda fortaleza es amamantada, que la hombría deviene del eterno femenino; que hasta Jesús tuvo que nacer de mujer.

Santa Teresa dice

"Y si acaso no supieres
Dónde me hallarás a Mí,
No andes de aquí para allí,
Sino, si hallarme quisieres
A Mí buscarme has en ti



"...



"Fuera de ti no hay buscarme,
Porque para hallarme a Mí,
Bastará solo llamarme,
Que a ti iré sin tardarme,
Y a Mí buscarme has en ti



Pero por más que te busco, en lo más profundo e incomunicable de mi ser solo encuentro desolación.

Sin tu sol, en el lado oscuro de la luna, en un silencio infernalmente gélido; sin tu música y mirada.

Descansa en paz mamá.




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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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