RAÍCES DE MANGLAR

Más allá de la fe: reconfiguración de la humanidad

Más allá de la fe: reconfiguración de la humanidad

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Techo, trabajo y tierra.

Fuera de las autoridades médicas y de los nichos científicos, pocas son las voces autorizadas que pueden alzarse en estos tiempos de franco azar, cuando el simple acto de caminar por las calles equivale a jugar a la ruleta rusa. Es una época difícil, pues el peligro y la paranoia proliferan en los hogares y cada día empeora un poco más nuestra salud mental.

Ante los riesgos de la pandemia podría parecer precario asegurar que la fe es piedra angular para paliar los efectos nocivos del virus del bombardeo mediático; no obstante, cuando alguien de la talla de Jorge Mario Bergoglio, mejor conocido como el Papa Francisco, asume este papel, es necesario dejar de lado el monólogo (aunque no el sentido crítico) y prestar atención al mensaje.

En La vida después de la pandemia, el Papa Francisco se despoja de todo interés eclesiástico y recurre a nuestras similitudes, a los miedos comunes, a la preocupación de ver opacado el devenir para, a través de parábolas y sermones coherentes, la unión de la humanidad ante ese enemigo invisible llamado coronavirus.

Nos habla de reconfigurarnos, reconstruirnos en entes mejores, apelar al buen trabajo, aquel que es integral y parte hacia un desarrollo pleno, benevolente. Denuncia así el oportunismo y falta de tacto de algunos gobiernos y políticos, quienes se han aprovechado de la emergencia para fortalecer su capital armamentístico en lugar de proveer al sector de la salud, el cual, según sus palabras, se halla en algunas latitudes en el peor de los abandonos.

Pero ante todo, nos advierte de otro mal aún peor que el Covid-19: el egoísmo.

Invita a abandonar las viejas ambiciones, regresar a una normalidad que no se nutra de los mismos deseos banales. Mirar hacia la naturaleza y protegerla, cuidar del pobre y comprenderlo en cuerpo y alma. Nos envalentona para que desafiemos y cambiemos las actuales industrias y mermar así su voracidad perenne: "Espero que los gobiernos entiendan que los paradigmas tecnocráticos (sean estadocéntricos, sean mercadocéntricos) no son suficientes para abordar esta crisis ni los otros grandes problemas de la humanidad".

Aprovecha para agradecer al ejército médico del mundo, a los trabajadores esenciales, transportistas, fuerzas de seguridad y otros, de quienes sabe, no serán recordados en los albores de la fama y sin embargo, son sus esfuerzos los ejes decisivos del futuro.

Reconoce a los gobiernos que ante todo han puesta a la gente como su más alta prioridad. Entiende que esto conlleva un "descalabro económico"; sin embargo, enfatiza que el costo humano representaría un genocidio virósico.

Por una parte, celebra que el confinamiento pueda dar un respiro al frenético ritmo de vida y permita tiempos de reflexión y atención la familia; por otra, lamenta las funestas consecuencias que la enfermedad ha arrojado sobre los sobrevivientes: no poder velar a sus muertos o darles el consuelo de sacramentos y compañía. Por todo ello, convoca a la humanidad a dejar de lado la indiferencia y apelar incluso a la condonación de deudas.

Esto se traduce en términos macroeconómicos a la relajación de sanciones y a la flexibilización de las deudas internacionales de los países más pobres, para que así puedan tener la posibilidad de afrontar la crisis.

Francisco recuerda a la Europa de la posguerra y la manera en que esta se recuperó del caos desatado por los nacionalismos exacerbados. Rememora cómo fue que la unión y la solidaridad sacaron de los escombros al continente y pide no volver a la rivalidad que la destrozó.

No teme a la osadía y pide que esta pandemia pueda edificar una nueva visión de la humanidad, desea que los paradigmas se revolucionen, que Palestina e Israel puedan reanudar el diálogo, que la guerra de Siria termine y que los intereses terroristas dejen de atormentar a África, entre muchas cosas.

El Papa pide con vehemencia que los hombres y mujeres del presente y del futuro permitan el protagonismo de los pueblos y luchen hasta conseguir el acceso universal a las tres T: techo, trabajo y tierra. Es eso, más allá de toda pretensión evangélica y dogmatizadora el fin último de estas palabras y de estas letras.


Bergoglio, Jorge Mario (2020). La vida después de la pandemia. Vaticano: Librería Editrice Vaticana.


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