Conmigo o contra mí

Ante la fragilidad creciente del gobierno se impone la necesidad urgente de la unidad y los acuerdos, no más desgaste y confrontación.

El conmigo o contra mi del Presidente a primera vista pudiera parecer una balandronada más. No lo es, en realidad se trata de un reclamo desesperado a los suyos, un manifiesto público de la tremenda fragilidad del gobierno, porque el apoyo incondicional que demanda dicho emplazamiento, no lo dirige a sus opositores, sino hacia sus propias maltrechas filas a los que reclama el más débil e inconsistente de los apoyos: el apoyo incondicional.

Ese apoyo efímero y fútil de los suyos yo se lo cambio al Presidente por el gran acuerdo nacional y la Unidad Nacional que necesita México en defensa de su economía, del empleo y la salud pública, para afrontar con éxito los graves retos y las amenazas que se ciernen sobre todos, principalmente sobre los más pobres y desprotegidos.
Nuestra estrategia común es México, las tácticas se pueden discutir, pero pasan por el respeto irrestricto a la Constitución y al régimen democrático y a las libertades. Se ha llevado al límite al país. A nadie conviene continuar afásicos por la pendiente hacia la nada.



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