PARRESHÍA

Las cavilaciones de López

Las cavilaciones de López

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Floreros.

Aún pululan entre tantos distractores las conversaciones sobre el nombramiento de Esteban Moctezuma como Embajador de México en los Estados Unidos de América. Que si lo complejo de las relaciones bilaterales, que si la transición a Biden, que si las informalidades diplomáticas de su anuncio, que si el sistema de carrera diplomática, que si el haber de descalabros del personaje, que si su jefe verdadero.

Nada de esto, sin embargo, pesó en la toma de decisión.

La lógica presidencial es un tanto cuanto más elemental. Monotemática, podríamos decir. Exclusivamente electorera.

Dos circunstancias se conjuntaron en casualidad. El hartazgo de Bárcenas y el desdoro de los procónsules estatales.

Me explico: La Embajadora Bárcenas le cansó el jugar de florero. Diplomáticamente adelantó su jubilación y preparó maletas. Simultáneamente el experimento de los procónsules estatales mostró sus deficiencias. En algunos casos no crecieron, en otros cultivaron abierto rechazo; hacia dentro de la jauría no fueron antídoto suficiente contra el ADN tribal propio de la antropofagia de un movimiento ainstitucionalizado. En fin, no acreditó en los hechos virtud algunas para forjar candidaturas inapelables. Quod natura non dat, proconsulado non praestat.

Ambas circunstancias se presentaron ante el presidente y éste las leyó de la única manera que puede hacerlo. Se abre un espacio, ¿qué uso electorero tiene? Delfinita no crece en el Estado de México. ¿Qué florero puedo mover a Washington para impulsarla?

Para efectos prácticos pudo mover a cualquiera de sus innúmeros floreros, pero aprovechó a Moctezuma para terminar de enviar el mensaje que la careta de los moderados había dado de sí; ya no necesitaba seguir fingiendo una tensión interna entre moderados y radicales dentro de su gobierno. Fuera máscaras. Moctezuma salía sobrando. Taibo lo verbalizaría a Moctezuma de otra manera.

Tal vez ni así crezca Delfi


Así, sin ninguna otra ponderación, movió floreros y, como su pecho no es bodega, lo anunció en la mañanera para sorpresa de propios y extraños. Esteban se lavaba los dientes cuando escuchó el anuncio, Ebrad escupió el café con la noticia, Delfina dormía en Texcoco quitada de la pena, Bárcenas hace tiempo que dejó de escuchar las mañaneras y a Landau se le atragantó la garnacha que se desayunaba. A Biden valió madres y México cae como gorda en el tobogán de las ocurrencias mañaneras. Ya nada le sorprende.

¿Será buen embajador Moctezuma? Revisen su largo haber.

¿Se complicará la relación bilateral? Sí, con o sin Moctezuma.

¿Crecerá Delfina para posicionarse como candidata única en el Estado de México por Morena? Imposible con un movimiento tribal de voracidades desmandadas y raigambre de Caín.

¿Podrá Delfina con la SEP? No.

¿Quién gana y quién pierde? Gana la Gordillo, los radicales de la 4T, la CNTE. Pierde México.

¿Y la relación bilateral? No existe para López hasta que le truenen el chicote.

Por lo menos el dedazo para el Estado de México se dio y lo único que se echó de menos fue la bufalada. Quizás ni con Royal crezca Delfi.

Quod natura non dat, SEP non praestat.

¡Feliz Navidad!

Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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