PROHIBIDO PROHIBIR

La interrupción

La interrupción

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Pendiente y urgencia.

Me refiero hoy a un tema muy relevante de nuestro tiempo y organización de las familias.

Un asunto que polariza a la sociedad en pleno siglo XXI y genera diferencias desde todos los ángulos e ideologías.

El aborto es la interrupción del embarazo, en forma natural o voluntaria.

Mis palabras no tienen otro interés que contribuir a la comprensión y resolución de las consecuencias sociales de este fenómeno de interés cultural, político y económicamente destacado.

Parto del axioma de que ninguna mujer quisiera nunca tener que recurrir al aborto voluntario como práctica común de interrupción del embarazo. Se decide por ello por necesidad y de acuerdo a condiciones específicas de última instancia.

Sin embargo, ocurre en millones de ocasiones en el mundo, por muy diversas razones. Desde el riesgo de vida o salud de la persona gestante, hasta motivos de economía o de aspiraciones profesionales o creencias religiosas, también por motivaciones sociales y actividades artísticas-culturales de diversa índole. Lamentablemente, como expresión contra la violencia sufrida o el repudio a la dominación impuesta.

Con el desarrollo de la sociedad occidental, el Estado, de la mano de las principales religiones, recuperaron y restablecieron códigos de conducta de supuesta protección familiar y de control social.

Tradicionalmente se castiga legal y socialmente la infidelidad matrimonial, sobre todo del lado femenino, para evitar que el proveedor masculino y su herencia contribuyan al bienestar de hijos de otro padre, fuera del matrimonio, ergo, de otra familia.

De ahí la hoy absurda pero socialmente reconocida práctica de identificación de hijos naturales, legítimos e ilegítimos; hoy ya innecesaria por el avance de la genética y el Derecho.

A fines de los años cincuenta y durante la década de los sesenta y posteriores del siglo pasado, en el mundo revolucionario de la posguerra y por diferentes movimientos de liberación femenina, gracias a su incorporación creciente al mercado laboral, a la conquista del voto universal, a la lucha contra la discriminación, al cine, la literatura y la moda, así como principalmente por la protección contra embarazos no deseados, debido a la popularidad de la famosa píldora anticonceptiva, se generó en las mujeres y en la mayoría de las parejas, la certeza de poder evitar embarazos no deseados.

Es decir, al no existir la consecuencia que prefiguró el Estado de lo anterior, puesto que no nacería necesariamente ningún hijo de relaciones extra matrimoniales; la mujer se liberó, pero en contraposición las restricciones religiosas y el fanatismo se hicieron más acentuadas.

Con el tiempo, atrás quedaron también, sólo como referencia histórica, los aspavientos, el repudio puritano y asombro por descubrimientos entre las paredes de conventos donde las monjas escondieron a fetos de niños nonatos que fueron abortados o nunca llegaron a buen término. Embarazos ocultos y silenciados producto de amores inaceptables por ignorancia y obsecuencia, o por las costumbres y el rigor social de la época que los impidió.


Cabe aquí recordar que entre guerras y después de la Segunda Guerra Mundial, las mujeres europeas se negaron a tener descendencia porque históricamente supusieron que sus hijos también acabarían en las trincheras. Lo mismo se nota en la curva demográfica del Japón, después de 1945.


El único método de control natal social y religiosamente aprobado hasta entonces, por las diferentes iglesias, era el llamado ritmo, que ya habían mostrado extensamente su incapacidad e ineficacia frente a los embarazos no deseados. Muchas generaciones fueron hijos del ritmo.


Con el paso del tiempo y el avance de la ciencia y de los laboratorios farmacéuticos, se modernizaron los controles de natalidad para ciertos grupos y paradójicamente dada la desigualdad social, creció la práctica del aborto y con él, dadas las características de su ejecución, generalmente en condiciones de antihigiénica pobreza, la mortandad e infecciones en las madres y sus productos especialmente de limitados recursos económicos, muy jóvenes y de poca educación relativa, con dificultad para acceder a métodos modernos de control.

En los sermones y círculos ecuménicos se promovía la libertad, no el libertinaje; cuyas definiciones y limitaciones han variado según intereses socioculturales y económicos, con el paso del tiempo, en los mismos círculos de su influencia

Las mujeres hoy pueden elegir interrumpir un embarazo por medio de cirugías o tomando medicamentos, hierbas o aún rompiendo las paredes del cuello uterino.

Mientras la niñas ricas de México, hasta recientemente, se iban de ‘shopping’ a San Antonio o a Houston, y guardaban un día o dos para un legrado perfecto. Las niñas pobres, abrumadas por la vergüenza y el despreció paterno, se fajan hasta más no poder y cuando es tiempo y no hay otra posibilidad, abandonaban al producto en cualquier lugar, siendo común igualmente su deceso por infección y nula higiene, o ser recluidas en prisión.

El aborto pues, como todo, es distinto entre ricos y pobres.

Sus circunstancias son tan variables como son las horas del día, pero presentan características similares que las definen.

Ocurren como resultado de una violación, abuso y uso de la fuerza, generalmente entre conocidos y familiares.

Ocurren por amor, especialmente entre jóvenes sin suficiente información y, en cambio, incontrolable deseo.

El derecho de pernada aún se práctica entre patrones y peones.

Ocurren por ignorancia y cerrazón. En el Bajío, por ejemplo, es difícil conseguir anticonceptivos sin escándalos y más aún para las mujeres, en grupos sociales determinados. Mientras que en ciudades modernas es común el uso de la píldora del día siguiente.

También es el último recurso cuando se decide la prueba de amor y uno de los jóvenes se va a la capital o al norte, a los States.

Por lo anterior, la primera decisión sobre la legalización del aborto en todo el territorio nacional y no sólo en la CDMX y Oaxaca (hasta las 12 semanas), debiera de considerar la posibilidad de reducir las enfermedades y las muertes y de proveer un sistema médico hospitalario ginecológico universal y de calidad.

Debemos ampliar la educación y la higiene. Debemos también de garantizar que si una mujer, o mejor, una pareja decide abortar por cualquier razón, el Estado provea los medios para su realización en óptimas condiciones de seguridad e higiene.

Los aspectos religiosos e incluso morales de esta conclusión, debieran quedar en lo privado de cada mujer, de cada pareja.

Por ello es tan relevante que en Argentina recientemente se haya tomado la decisión de legalizar la práctica del aborto libre y gratuito hasta las 14 semanas, en una nueva legislación ejemplar.

Se legaliza que cada mujer, cada pareja, tome en libertad su decisión por el motivo que le convenga y no se dejen influir necesariamente por razones de creencias religiosas, económicas, culturales o abusos familiares y caducas estructuras de dominación de cualquiera índole.

Científica, médicamente esta comprobado que la concepción se produce normalmente unas dos semanas después de que empieza el último período. El espermatozoide y el óvulo se unen en una de las trompas de Falopio, para formar una entidad unicelular llamada huevo o cigoto.

Poco después de la fertilización el cigoto se desplaza hacia el útero para formar la mórula.

Hacia la cuarta semana comienza a anidar, dividida, en el endometrio, para convertirse en el embrión.

El embrión se convierte en feto cuando se cumplen 3 meses de embarazo (más 2 semanas desde la concepción).

La mayoría de los casos de pérdida de embarazo, llamado aborto espontáneo, ocurren en el primer trimestre.

Con estas razones, parece que la decisión de la 4T de posponer, darle vueltas al asunto y mandar a consulta ‘democrática’ una decisión básica de protección social es sólo hacerle al tío Lolo, hasta que no haya tiempo de consultar nada.

La realidad es que le tienen pánico a enfrentar a las iglesias, con quienes tan bien se llevan, siempre y cuando no se pisen los callos

Como en el Porfiriato, tan odiado, se trata de administrar el conflicto.

Parece que poco importa que sigan muriendo mujeres y jóvenes niñas por nula educación sexual o ineficiente asistencia médica segura y fiable al interrumpir embarazos no deseados, cuando además, los recursos del sector son destinados principalmente para tratar de mitigar la pandemia.

Por ello, entre los pendientes urgentes de la presente administración, que justo es decirlo, se van acumulando, se requiere legislar en esta materia; además, reducir en serio la violencia y la pobreza, replantear el problema migratorio, vacunar masivamente para salvar vidas y conseguir buenos resultados desde la Fiscalía contra la corrupción y los conocidos corruptos. Además, no vendría mal, hacer de las mañaneras conferencias de inclusión, con menos palabrería vana y menos proyectos de consulta popular, ‘democrática’, en temas que no lo requieren.




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Arturo Martinez Caceres

Arturo Martinez Caceres

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