PARRESHÍA

Ley Mordaza versión 4T

Ley Mordaza versión 4T

Foto Copyright: lfmopinion.com

Mañanera.

Atestiguamos una nueva versión de Ley Mordaza.

Una versión no legislada, sin garrote, sin censura física, sin cárcel —hasta ahora—, sin amenazas, pero efectiva y peligrosa.

Esta nueva versión secuestra la conversación, la inhibe, la monopoliza y termina por hacerla banal e imposible.

La conversación pública, para serla, surge fraccionada, plural, dispersa. Su procesamiento es lento, confuso y contradictorio. Se da mezclada entre otras conversaciones, distractores y ruidos. Fluye segmentada entre grupos sociales, niveles de información y densidades diferenciadas de penetración y comprensión del tema, así como desgarrada entre un sinfín de conversaciones que compiten por la atención del ciudadano.

Si el tema o evento sobre la que gira la conversación logra un peso determinado, se coloca en la opinión pública y ésta la atiende, nuevamente, en diferentes niveles de apreciación, información y profundidad. Pero el tema tiene centralidad, vida y densidad.

A su alrededor la población se pronuncia y moviliza, los medios compiten por posicionarla y posicionarse con ella, los analistas la asumen y expresan su opinión, finalmente el Estado reacciona e interactúa en la conversación.

En todo ello media un inter—es, algo que media entre nosotros, que nos es común, que nos concita y nos diferencia.

En muchas ocasiones es el Estado, sus actos o agentes quienes echan a andar la conversación; en otros son sorprendido por ella, en algunos más se ven arrastrado por su cauce, a veces brillan por su ausencia y, no pocas ocasiones, ésta responde a una estrategia de costos beneficio. Diría mi padre, todo depende del tamaño de la ola para ponerle el pecho y romperla, o sumergirse y pasarla de bucito.

Pues bien, hoy la dinámica de la conversación pública se ve desquiciada, invadida y rota desde el atril mañanero en el Salón Tesorería de Palacio Nacional.

No termina Juan Pueblo a enterarse de los acontecimientos, con la tasa de café aún a medias y entibiándose, cuando desde Palacio se impone una agenda desmañanada, disparatada, irritante, absurda, efímera e insubstancial. Más distractora que orientadora.

Su propósito no es orientar y estimular la conversación pública, sino quebrarla, imposibilitarla, extraviarla.

En Extremos y brecha comentábamos la necesidad de recuperar la conversación entre todos aquellos que hemos sido relegados al silencio en la estridencia y rigidez de los extremos y su épica, pero el problema es que nuestra conversación se ve sometida cotidianamente al secuestro por la banalidad interesada y distractora.

Hasta nuestros fines de semana son rehenes de videos fritangueros insulsos a cual más, con miras a desquiciar, incluso, nuestro ocio.

En los hechos somos sujetos de una Ley Mordaza que no castiga, no persigue, no prohibe; simplemente no nos deja vivir nuestra calidad de ciudadanos —opinantes y mandantes.

El acto de gobierno —el gobierno en sí mismo— se ha vuelto Ley Mordaza en versión loca de la casa, que exclusivamente desquicia, no sólo la conversación pública, sino la vida pública toda: la Re—pública.

Política es discurso y acción, hoy, la ciudadanía ha sido abstraída de uno y otra, todo es mañanera: no hay conversación posible, solo monólogo omniabarcante y entrópico.


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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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