Epifanías

¿Se puede investir la nada?

¿Se puede investir la nada?

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La investidura se llena, no se imposta.

Investidura. — El problema de la investidura es convertirse en ella. Objetivizarse en el cargo, diluirse en su dignidad. Ser la investidura, no lo investido. Convertirse en instrumento, apariencia, relicario. La investidura no es meta, ni lugar, ni función. Acompaña, da relumbrón, pero no hace ni al hombre, ni al cargo, ni a la acción. No se cuida la investidura como desiderátum de gobierno, objeto preciado o Santo Grial. La investidura se llena desde dentro con acciones y decisiones efectivas, resultados y autoridad legitimada en lo hechos; no se vive hacia afuera en impostura. Cuidar la investidura por sobre los gobernados, sus derechos y libertades no es gobernar, menos refulgir. El payaso y el demente también se invisten. El primero representa un papel, el segundo lo vive… en su mundo.

Pero, ¿se puede investir la nada?


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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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