¿Se puede investir la nada?
Investidura. — El problema de la investidura es convertirse en ella. Objetivizarse en el cargo, diluirse en su dignidad. Ser la investidura, no lo investido. Convertirse en instrumento, apariencia, relicario. La investidura no es meta, ni lugar, ni función. Acompaña, da relumbrón, pero no hace ni al hombre, ni al cargo, ni a la acción. No se cuida la investidura como desiderátum de gobierno, objeto preciado o Santo Grial. La investidura se llena desde dentro con acciones y decisiones efectivas, resultados y autoridad legitimada en lo hechos; no se vive hacia afuera en impostura. Cuidar la investidura por sobre los gobernados, sus derechos y libertades no es gobernar, menos refulgir. El payaso y el demente también se invisten. El primero representa un papel, el segundo lo vive… en su mundo.
Pero, ¿se puede investir la nada?
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