LO DE HOY

¿Y los servicios de inteligencia?

¿Y los servicios de inteligencia?

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¿Saben los servicios de inteligencia dónde viven los otros hijos del presidente, a quién le rentan, con quién contratan, en quién confían?

Hay, sin embargo, algo que nadie ha explicado.

¿Dónde estaban los sistemas de inteligencia mexicanos durante los dos años que el primogénito del presidente habitó una casa de un directivo de una empresa contratista de Pemex a la que, a lo largo ellos, se le aumentó en 427% el monto de la contraprestación de su contrato original?

¿No hubo nadie que alertara al presidente del riesgo inminente en que lo colocaban su hijo y nuera?

¿Y nuestra embajada en Estados Unidos que hacia?

¿Qué, si la casa en lugar de un contratista de Pemex hubiese sido de un narcotraficante sin que la pareja de tórtolos lo supiera?

¿Saben los servicios de inteligencia nacionales dónde bien y cómo los demás hijos del presidente, o se enterarán cuando otra crisis les reviente en la cara?

La segunda. Queda claro que López Obrador no tiene equipo para hacer un control de daños.

En lugar de atemperar el peligro lo ha crecido y diversificado como chivo rabioso en cristalería.

Hoy, además del conflicto de intereses, vida dispendiosa, corrupción y abierta contradicción con la narrativa gubernamental; se violan derechos humanos y leyes en público y se ensancha el camino al totalitarismo.

Caro nos salió el capricho del junior.

PS.- Más que investigar cuánto gana un periodista, debieran cuidar a quienes sí pueden poner en riesgo la seguridad nacional.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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