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Migración

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Todos somos migrantes.

Migrar es desplazarse de una región o un país de origen a otro espacio geográfico donde se sabe hay mejores condiciones de vida y oportunidades de empleo, estudio y progreso.

En el camino, muchas veces doloroso, se dejan atrás familia, amigos, amores, religión, tradiciones y costumbres originales para aprender nuevos ritos y palabras.

La meta en general es integrarse a la nueva sociedad, aunque en ocasiones, aún después de años de haber migrado, muchos nunca dominan las lenguas oficiales, las particularidades de una organización social diferente e, incluso, los nuevos hábitos alimenticios y de relaciones sociales. La asimilación y aculturación se convierten en metas lejanas, sofisticadas, ininteligibles.

Se trata de un fenómeno de extraordinaria importancia política, económica y social, que ha dado por resultado una nueva configuración de relaciones humanas en los países hegemónicos. Un nuevo mapa de influencias y necesidades.

Se dice, incluso, que en ocasiones es una revancha social de los pasados procesos sangrientos de conquista y colonización.

África y los africanos rumbo a Europa y América, cruzando el Mare Nostrum en pangas, canoas y a nado, para alcanzar la ansiada isla de Lampedusa. O embarcándose en una ruta larguísima hacia América del Sur, Centroamérica y México para llegar ‘al otro lado’.

Millones de migrantes, latinoamericanos, africanos, asiáticos e incluso europeos, rumbo al sueño americano.

Todo grupo migrantes deja incluso la vida en el camino, algunos, más afortunados, llegan con éxito al ansiado destino.

Durante mi estancia académica en Londres, en los maravillosos setentas del siglo pasado, en varias reuniones de análisis de la situación mundial no era extraño oír a profesores y otros ponente referirse a “the people of the boat”. Miles de asiáticos, principalmente vietnamitas y chinos de Taiwán, buscando refugio en el viejo mundo, particularmente cobrando la factura en el Reino, muchas veces como escala hacia la ansiada América o la libertad —“In God we Trust”— de cada billete verde.

En Texas recientemente fueron asesinados alrededor de 53 migrantes, hombres, mujeres y niños, hacinados en la caja de un tráiler sin ventilación, viajando en condiciones infrahumanas para ser enganchados como esclavos en los campos agrícolas del norte del país de las libertades.

Las investigaciones han descubierto que no sólo hay corrupción en el viaje al cruzar México desde el sur del país, sino también en la frontera norte. Y también, significativamente, al cruzar, cuando se tiene suerte y los migrantes no son abandonados en el desierto o en el río, hay una red de trata de personas donde los propios responsables de la Patrulla Fronteriza estadounidense pudieran estar involucrados en sistemas integrados de robo, al cobrar cuotas al pasaje, trata de personas y explotación de esclavos.

Parece común hacerse de la vista gorda y por una corta milenaria voltear hacia el otro lado, como lo demuestra el hecho de que el último trailer de la muerte pasó sin problemas dos puntos de control.

No se sabe bien a bien si cruzó el trailer clonado por la frontera nuestra o, como plantean investigadores y académicos, los migrantes son concentrados en centros de distribución para una vez cubierta la cuota, engancharlos hacia el norte.

Cuando un migrante cruza la frontera sur estadounidense por tierra o por mar, tiene inmediatamente dos opciones diametralmente opuestas: hacerlo con papeles de turista o residente y ser legal, o hacerlo sin papeles y convertirse oficialmente en ilegal.

Sólo hay una excepción, para contribuir a la política de denostación hacia Cuba, hasta recientemente con base en la famosa ‘ley de pies secos, pies mojados’, cualquier cubano que pisara suelo estadounidense sería bienvenido para iniciar su proceso de estancia legal. En parte esa es la razón de la cubanización de La Florida y, al mismo tiempo, la continuada política de embargo y aislamiento a la isla. Hoy los cubanos y sus familias que quieran migrar a los EUA tienen mucho más facilidades para hacerlo que otros grupos migrantes, por ejemplo bajo ‘The Cuban Family Reunification Parole Program’.

La migración de mexicanos y naturales de otros países del mundo hacia los EUA adquiere connotación diferente en cada estado y su vecindad a lo largo de los 3,152 kilómetros de frontera, en Baja California con California; Sonora con Arizona; Chihuahua con Nuevo México y Texas; Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas con Texas, donde el asunto migratorio es también el más conflictivo al sumarse condiciones de alta discriminación y racismo.

A lo largo de la frontera los factores determinantes son diferentes y las llamadas variables socioeconómicas ‘push & pull’, se expresan en forma distinta y grados de estacionalidad, hasta resaltar especificidades que encarecen los cruces o los hacen más peligrosos y difíciles.

A lo largo de la frontera se mantienen guetos de poder e interés económico, o de violencia, como los de femenicidios en el área de maquiladoras de Ciudad Juárez, la industria de permisos de caza y pesca en Sonora; la explotación de agua y sal en Baja California y Baja California Sur, o las minas en Coahuila, los mercados regionales de abasto del sur de Texas y el alto poder de compra comparativo de los neoloneses desde Houston hasta la Isla del Padre.

En comparación habrá que resaltar la migración expedita y de tramitación urgente de ciudadanas ucranianas, niños y ancianos a partir de la invasión rusa a Ucrania.

En realidad todos somos migrantes, desde el África hace 200 mil años aproximadamente hacia el resto del mundo. Al principio la movilidad era permanente, luego con la agricultura elegimos los mejores campos y construimos templos y casas junto a ríos y lagunas.

Antes, Adán y Eva, según la Biblia, al ser expulsados del paraíso, buscaron en la Tierra dónde establecerse con las mejores condiciones posibles.

En la tradición judía, Lilitt con su desnudez y larga cabellera, abandona el paraíso y antecede a Eva en busca de la tierra prometida y tal vez de la felicidad a pesar de su ‘maldad’, ligada al erotismo femenino, estableciéndose hacia las costas del Mar Rojo.

Los migrantes exploraron Mesopotamia, Cathay, Egipto y Europa… rumbo a America cruzaron Bering, el Pacífico y el Atlántico.

Hoy como ayer continúa el éxodo hacia el sueño estadounidense: trabajo, casa, coche; a pesar de expresiones de racismo y balaceras indiscriminadas.

El famoso pejePresidente se reunió esta semana con el presidente Biden, que anda de capa caída frente a la posibilidad de Trump de competir en el 24.

A ambos gobiernos vecinos les urgen buenas noticias. Sin embargo, ordenar la incontenible migración de sur a norte y consecuentemente reducir la violencia, la inseguridad y el tráfico de drogas, se antoja otra tarea de Hércules, más allá de sus recursos y posibilidades, aunque suene a exitosa campaña electoral.


Como era de esperarse, tras de las cortesías diplomáticas se terminó prometiendo, cómo hasta ahora, administrar los cruces y los discursos optimistas prevalecieron, cuantimás que dos trumpistas destacados también tienen su corazón latiendo aceleradamente al otear las próximas elecciones presidenciales estadounidenses.

Los gobernadores de Texas y La Floridas están interesados en descarrilar cualquier acción ajena a sus intereses partidistas republicanos desde La Casa Blanca y andan encantados echándole gasolina al fuego.

En este entorno, la otra variable de la ecuación pudiera ser quién tomará algún día las riendas de su destino.

Se calculan alrededor de 60 millones de latinoamericanos en los EUA, de ellos 60% somos mexicanos, aunque hay que considerar, como ocurre en nuestra arraigada tradición, que cada mexicano vela y gobierna principalmente para sus propios intereses, sus pistolas y algunos contados cuates.


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Arturo Martinez Caceres

Arturo Martinez Caceres

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