(José Newman
Colaborador)


Las crónicas del Día del trabajo dan noticia, ya no de la celebración que conmemora como antes un desfile que encabezaba el Primer Trabajador del País, sino ahora con una comida donde el conmemorado ES el Ciudadano Uno quien como mejor deseo no pide un deseo, sino que se lo da, Me van a permitir que les platiqué lo que se me antoja porque si algo tengo de modo eminente e inocultable es que ¡Soy mi propio Antojo!

Y ese uno, no son varios, ni variados, ni variaciones, sino uno solo que divaga, serpentea, danza, imposta, trasmuta; uno que se expande pues en ello consiste el Delirio y su maestroso despliegue ¡Urbi et Orbi!

Esta semana, este domingo, este mes, este año, este sexenio, los últimos 30 años, hemos visto al único y verdadero, al mismísimo Andrés en el único papel, no que se sabe o actúa, sino en el único rol que por naturaleza: ES, el del Hijo del Hombre, el Hijo del Pueblo, El Otro Cristo, el Hijo de Dios, ¡Dios Mismo entre Nosotros!

La anecdótica varía, la coreografía cambia, el reparto se alterna, pero la Gran Obra es la misma, la Mismísima Historia de la Liberación con Él en el papel de Todo que es trino, que es uno, que es muchos; porque encarna a los varios cuya esencia es sólo UNA. Él es UNO, Él es ÚNICO. Él es a, ante, de, desde, con, contra, para, por, sin, sobre y tras Consigo Siempre. ¡Hic est Cum Ipso, Per Ipso et In Ipso!

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