La minoría rapaz y la mediocre medianía
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El famoso pejePresidente ha recibido desde hace décadas y muy especialmente desde que tomó posesión del Ejecutivo Federal todos los insultos y descalificaciones imaginables. Sabemos incluso que, según sus detractores y enemigos confesos, le falta un tornillo o varios.
Supongo que Salinas, Zedillo, Fox y Martita nunca consideraron en realidad su posible e indefectible elección como primer mandatario de la Nación. De haberlo hecho, con su enorme poderío a cuestas, hubiera sido relativamente fácil eliminarlo.
Más bien siempre fue visto como un mal menor, un folclórico y locuaz contrincante. Incluso como resultado de la apertura auspiciada durante sus propios mandatos. El progreso, como se sabe, tiene expresiones, actitudes y sorpresas más allá del abecedario y de los manuales clásicos de política política (Armando Labra dixit).
Así, todo los insultos, infames deseos y mentadas maternas enviadas a AMLO y familia no le han hecho mella, parece que se le resbalan y, en cambio, de acuerdo con los resultados electorales del 2 de junio próximo pasado y las últimas encuestas relativas, su fuerza política se ha fortalecido, a pesar de serios problemas nacionales de inseguridad y violencia, obras inconclusas, múltiples batallas legales, proyectos de cambios constitucionales que modificarán radicalmente el Poder Judicial, batallas por la desaparición y/o serías limitaciones a las llamadas instituciones u organismos autónomos y otras contradicciones que heredará a la siguiente administración en octubre, tan cerca como dentro de un mes y días.
Sus muletillas y repeticiones en las mañaneras o matutinas (Lorenzo Cordova y su enorme contribución) y otros encuentros con la prensa son ya de risa general y sin embargo, su popularidad crece y crece.
La conocida ‘minoría rapaz’ como bautizó, ‘con todo respeto’, a los opositores locutores y analistas de los medios (de comunicación/manipulación) insiste en sus diatribas y descalificaciones emocionales mientras sus hígados se hacen jabón poco a poco y cuentan las horas de su partida a Palenque, sólo, sin Beatriz.
Mientras tanto, habrá ganado en el Congreso una de sus últimas batallas, la conformación de un nuevo poder Judicial alejado teóricamente de la corrupción y del poder económico gracias a la mayoría calificada que lograron Morena y aliados, necesaria para modificar la Constitución. Serán super mayoría legislativa. Otra vez: Mayoría calificada.
Antes de irse, habrá de enfrentar las repercusiones e influencia de la huelga de miembros del poder Judicial, hecho pocas veces visto en la historia nacional.
Cabe recordar que anteriormente ese poder estuvo totalmente subordinado al Ejecutivo Federal, el poder de los poderes y hubo, por ejemplo, quien cambió a todos los magistrados y ministros en un santiamén y deipso facto para contar con un equipo judicial a modo, a su gusto.
El día de hoy la pretensión es elegir a ministros, magistrados y jueces por voto popular, que desde luego, será un proceso complicado y ampliamente criticado, tanto en el interior del país como por la mayoría de los opinadores con vínculos nuestros principales socios comerciales, con crecientes inversiones e intereses en México. Quienes por cierto ya recibieron un primer palo por sus declaraciones excesivas y poco diplomáticas orquestadas desde el nicho más atrasado del Departamento de Estado estadounidense.
Cabe subrayar: una vez constituido la próxima Cámara de Diputados, Morena y aliados (PT y Verde) tendrán la mayoría calificada necesaria para legislar y proponer cambios constitucionales. Adicionalmente en el Senado, a Morena le faltarían sólo 2 o 3 senadores para mandar los mismos cambios constitucionales que requieren.
Hay que recocer la labor del INE que siguió al pie de la letra lo que dice el artículo 52 constitucional y no se dejó engatusar por interpretaciones más allá de la literalidad de la Carta Magna. Nada del galimatías ese de ‘lo que quiso decir ‘el legislador’, o ‘hay que interpretar el espíritu de la ley’.
Por su parte, apuesto a que la instancia faltante, es decir, el dictamen último del Tribunal Federal Electoral, no será distinta y tendrá la misma certidumbre, a pesar de presiones internas, externas, reparto de dólares y posiciones futuras y el último grito desesperado de los comentaristas y locutores conocidos: “¡ay nanita! ¿qué tendrá el peje que otra vez nos comió el mandado?”
En sus oficinas a oscuras y en solitario, se golpearán la cabeza intentando una respuesta coherente, mientras las lágrimas se escurren y oyen de lejos a millones aplaudirle en su despedida.
¿Habrán aprendido las lecciones de política política tanto la minoría rapaz que durante décadas se benefició de negocios privados con recursos públicos como la enorme medianía mediocre que se conformó con las migajas de la corrupción mientras la concentración del ingreso y la riqueza llegó a límites de robo en despoblado ?
Extra, extra: se confirma que estar en minoría, incluso en minoría de uno solo no significa estar loco. No cualquiera tiene el valor de cambiar la Historia.