ELECTOGRAMA

Alienación demoscópica

Alienación demoscópica

Foto Copyright: lfmopinion.com

Encuestas que nadie cuestiona ni estudia, pero que alguien paga

La semana pasada se publicó y comentó una encuesta de Mitofsky sobre la integración del Congreso. En los noticieros televisivos los expertos disertaron sobre ella con profusión y, por supuesto, el honorable replicó a pie juntillas el hallazgo comunicado.

Lo curioso es que ni especialistas ni sus replicadores ven las encuestas con ojos críticos.

Las encuestas en México se han convertido en axiomas que no admiten sombra de duda. Basta que se publiquen y que los personeros de esos grandes negocios las comenten para que sean verdades absolutas.

Veamos los prietitos del arroz en la encuesta de marras (El Economista 24 v 18).

La muestra fue de 1,000 encuestas para medir 300 distritos; ergo, se levantaron tres encuestas por distrito y con ellas se proyectó la composición del próximo Congreso.

La pregunta es si metodológicamente una muestra de tres encuestas por distrito arroja algo ligeramente sostenible.

Tenemos que hacernos cargo que cada distrito presenta singularidades diversas y que la multiplicidad de candidatos en juego hace imposible imponer criterios universales.

El problema se agudiza cuando consideramos que nuestro sistema de representación es mixto con predominante mayoritario, es decir, que por cada distrito se elige un diputado por mayoría, pero, además, se eligen a nivel nacional 200 diputados de representación proporcional, en cinco circunscripciones plurinominales en que se divide el territorio nacional, a razón de 400 por circunscripción. Cómo, a partir de tres encuestas por distrito se pueden proyectar las intenciones de voto de 300 de mayoría y 200 de representación proporcional.

Lo mismo pasa con el Senado, cuya integración es la joya de la corona del absurdo partidocrático hecho ley. Elegimos por entidad a dos formulas de senadores de mayoría, es decir, el partido que gane mayoría de votos mete dos senadores; tras de ellos viene un senador de primera minoría, es decir, el partido que quede en segundo lugar, mete un senador, y luego se eligen 32 senadores de representación proporcional de una lista nacional.

La pregunta sigue siendo la misma, como con tres encuestas por distrito logra el demoscópico deducir sus proyecciones.

Allá él y su conciencia, y allá los expertos que comentan su trabajo sin cuestionar su pulcritud, y allá quien se lo pague y quien lo publica. Pero nosotros, los ciudadanos, debiéramos tomar nota, porque a veces creo que estamos inmersos en una alienación electorera a base de encuestas que nos agobian y condicionan.

Hace poco vimos algo que pudiera asimilarse y que debe llamar nuestra atención: con el asunto de los independientes, el INE desplegó un juicio paralelo en los medios condenando sin derecho a defensa a la figura y sus personeros; cuando los casos llegaron al Tribunal la sentencia popular ya había enraizado y los veredictos adversos al INE gravitaron en desdoro del Tribunal.

De qué lado estaba la verdad, en términos jurídicos y de hechos probados, de los independientes, pero poco importaba e importa. La verdad publicada y publicitada es la única que cuenta.

Tomemos este ejemplo y proyectémoslo sobre las tendencias electorales. Qué pasará si los votos en las urnas no coinciden con las encuestas impuestas a base de periodicazos y mesas de análisis; quién va a creer en los resultados electorales, así sean impolutos, cuando un electorado ha sido alienado por encuestas que nadie cuestiona ni estudia, pero que alguien paga.


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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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