EL IFE A LA DISTANCIA

¿Cuál era la prisa?

¿Cuál era la prisa?

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El Consejo Distrital con cabecera en Ocosingo, Chiapas, declara válida la elección de diputados federales de mayoría relativa y expide la constancia correspondiente. En el Consejo General, órgano que carece de competencia para conocer del asunto, tres consejeros electorales a título personal y no como autoridades, y por tanto doblemente fuera de lugar: como autoridad por carecer de competencia y como individuos por errar la instancia y mezclar su función pública con sus inclinaciones personales, ponen el grito en el cielo y descalifican jurídica y políticamente al órgano distrital, introduciendo, además, una gran presión política y mediática sobre una elección que sólo tiene por vía el juicio de inconformidad ante el Tribunal Electoral.

Protagonismos aparte, veamos la ley y los hechos:
El Consejo Distrital debe abrir los paquetes de casilla, verificar las actas, en su caso realizar de nueva cuenta el escrutinio y cómputo de alguna casilla, y sumar los resultados en el distrito. Acto seguido debe verificar el cumplimiento de los requisitos formales de la elección y de elegibilidad de los candidatos con mayoría de votos, para determinar si declara válida la elección y, en consecuencia si expide la constancia de mayoría.

Antes de 1993, la Cámara de Diputados erigida en Colegio Electoral calificaba la "elegibilidad y la conformidad a la ley de las constancias de mayoría" a fin de declarar, "cuando proceda, la validez de la elección de sus miembros". Al desaparecer el Colegio Electoral la declaración de validez pasa a los Consejos Distritales, pero por algún prurito que desconozco en vez de señalar que éste verificará "la conformidad de ley" de la elección, se indica que verificará el cumplimiento de sus requisitos formales; el dilema ahora es definir qué y cuáles son esos requisitos formales. Problema que en su oportunidad tendrá que atender el legislador o, en su caso, el tribunal.

Por igual, al suprimir la condicionante de declarar "cuando proceda" la validez de la elección, se dio paso a la confusión a que nos referimos la semana pasada. Sin embargo, a juicio del Consejo Distrital de Ocosingo la elección cumplió con dichos requisitos formales, toda vez que determinó declarar válida la elección. Lo que al parecer personal de los tres consejeros electorales, tan cercanos a la curia sancristobalense no procedía, toda vez que, según expresaron, no se instalaron casillas en más del 20 por ciento de las secciones electorales del distrito, motivo por el cual la elección debería ser anulada. Ya en otro momento señalamos que de ser así sólo corresponde al tribunal definirlo, siempre y cuando algún partido lo active a través de una demanda de juicio de inconformidad.

No obstante, los hechos muestran una realidad muy diferente: de 150 secciones electorales que integran el distrito 03 de Chiapas, con cabecera en Ocosingo, sólo en 25 hubo problemas de instalación de casillas, es decir, que sólo en 16.67 por ciento de las secciones no se instalaron éstas, y no en el 20 por ciento que se fija como umbral para declarar, en su caso, nula la elección en un distrito. Tal era la prisa por declarar su nulidad que, según parece, no se verificó que la causal se hubiese surtido, o le falló el cálculo al reventador de la elección.

A mayor abundamiento, de un total de 288 casillas en el distrito se dice que no se instalaron 102, lo cual es incorrecto: sólo 51 casillas no fueron instaladas, el 17.7 por ciento del total, 25 de ellas porque no se pudo entregar el material electoral a los funcionarios de casillas, y las 26 restantes por problemas, en la mayoría de los casos, de violencia ejercida en contra de sus funcionarios y electores.

Las otras 51 casillas de las 102 que se argumentan, fueron oportunamente instaladas y, y, de ellas, 39 fueron posteriormente asaltadas y quemadas. Las 12 restantes recibieron la votación, realizaron su escrutinio y cómputo, armaron el paquete de casilla y entregaron copias de las actas a los partidos políticos, y fue en el trayecto al Consejo Distrital que valientes y encapuchados luchadores de la democracia asaltaron a pobres e indefensos ciudadanos y destruyeron el ejercicio democrático por el que dicen luchar.

Creo que fue, además de ajena a sus atribuciones, apresurada y poco afortunada la descalificación de la elección, de su declaración de validez y del Consejo Distrital hecha por tres consejeros electorales del Consejo General.

Departía en el café cuando alguien afuera gritó: "Benancio que la Pilarica se fuga con Martín". De un salto alcanzó la salida, montó la bicicleta y emprendió la persecución. A unos cuantos metros cayó por tierra, empolvado, avergonzado y adolorido dijo para sus adentros: "Esto me pasa por arrebatao: no me llamo Benancio, no conozco a la mentada Pilarica y tampoco se andar en bicicleta". Saque usted la moraleja.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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