Como frijol en olla

El champurrado de ocurrencias de los Tres Chiflados en Pacto por México, Camacho, Madero y Zambrano para que no quede sombra de duda, sigue complicando el proceso electoral.

El INE, en un ejercicio –uno más- por tratar de desentrañar el galimatías que aquéllos hicieron de la legislación electoral, prohibieron los debates no oficiales de candidatos en intercampañas.

Sus facultades, como lo hicieron saber con claridad, eran a cual más endebles y difusas, de suerte que emitieron una opinión no vinculante. Algo así como las llamadas a misa.

No obstante, algunos candidatos y partidos se guarecieron tras de ella (la opinión) para consolidar sus posiciones.

El que entre ellos más perdía era sin duda el rezagado, quien por esta vía se le negaba posibilidad de exposición y golpeteo a sus adversarios.

El mayor perdedor, sin embargo era el propio proceso electoral, orillado a "dimes y diretes": el ombligo de AMLO, el aplausómetro para Meade y la presentación plagiada del niño inmobiliario.

Y también perdía la industria de la tele y radiodifusión, condenada al spot con cargo a tiempos oficiales. Y no es que a muchos de sus concesionarios les importe la democracia, sino que lo que venden son audiencias y éstas suelen revolotear en torno a programas con sal y pimienta, como lo son los debates de máscara contra cabellera y no proclamas y cancioncitas de 30 segundos.

Severo fue por tanto el revés, uno más, del Tribunal el INE. El segundo, en su afán de cumplir con el absurdo de las intercampañas, conculcó derechos de expresión e información.

Lo malo para el INE es que esas son las bases que le dieron y con ellas tiene que navegar y seguir recibiendo palos de la justicia

Desgraciadamente para Meade y medios, pocos son los días que restan de las intercampañas para realizar suficientes debates para que el primero pueda patalear a la superficie y los segundos generar utilidades interesantes.

Y así van estas elecciones, como frijol en olla.

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