Un mundo de diferencia

Con las mangas arremangadas a pesar del frío en Nanterre, la justicia cita a un poderoso expresidente sobre sus relaciones con el régimen de Kadafi . Dice la nota periodística que Sarkozy, expresidente de Francia, está declarando sobre este caso de posible ilegalidad en la financiación de su campaña electoral de 2007.

En México, en cambio, las autoridades electorales están avalando con su conducta la práctica común de defraudación electoral. No solo son las falsificaciones y trampas de los tres candidatos independientes en la presentación de firmas y su dispersión geográfica, cerrando los ojos al caso de Margarita, por así convenir a los intereses del sistema que da coletazos de dinosaurio con toda la fuerza de su enflaquecido aunque poderoso esqueleto. Se trata también de la investigación Odebrecht, la estafa maestra, la compra de votos, las tarjetas Monex y rositas, el uso partidista de recursos públicos y la posible desviación de donativos para la reconstrucción hacia intereses particulares.

Mientras en Francia se investiga y se cita a comparecer a las partes en el entorno de probables irregularidades electorales, en México se da por bueno el fraude institucionalizado, hasta se aplaude, ¡si se pudo! y se echa tierra a los muertos.

Como en Macbeth hay varios caminos: se permite a todos estar en la boleta incluida Marichu, o se impide a todos su registro.

Existe, desde luego, una tercera opción que a mi entender es la más costosa y de gravísimas consecuencias: se avala sólo a una candidata, la que presentó solamente unos cuantos miles de inconsistencias, errores y fraudes.

En efecto, los tres debieran de estar ya declarando frente a la justicia con mangas arremangadas, sombrero y rebozo. De lo contrario, el descrédito institucional será cada vez más agudo y no sé si alcanzará la verborrea explicativa para detener los misiles que vienen.

El INE y el Tribunal Electoral deben de ser ejemplares en estas circunstancias, actúen con la responsabilidad histórica que les corresponde o que la Nación se los demande... y la justicia, aunque sea a la mexicana, a veces medió lenta y medio ciega.

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