Soñar a México

A Jorge Castañeda, que tantas elecciones ha ganado y dirigido, se le quemaron las habas para pontificar a Xóchitl lo que debe hacer, seguramente porque no halla aún el lugar privilegiado que merece su sapiencia. Las ayudas de Jorge suelen ser más dañinas que todo el obradorismo junto, pero ¡qué se le va a hacer!, con estos bueyes hay que arar. ¡Pobre Xóchitl!

En su sabiduría única dice que nos dejemos de sandeces de proyectos de Nación y pasa, entonces, a decir qué hacer.

¡Qué haríamos sin sus luces!

Yo, sin embargo, creo que nada de lo que se haga tendrá sentido mientras no sepamos a ciencia cierta cuál es el México que haya de sustituir a éste que a todas luces está rebasado, camina sin norte y sigue a ciegos que creen saber lo que hacen.

Y claro, desconocen lo que es un proyecto de Nación, de suerte que, los que lo intentan, escupen programas de gobierno, plataformas electorales y cosas parecidas sin entender que lo que requerimos en un modelo, un paradigma, si se quiere, un sueño. Modesto, entendible y que quepa en la comprensión de todos.

Yo quisiera un México reconciliado, solidario y en concordia. En paz consigo mismo, con su pasado, con sus contradicciones, con su futuro y entre todos.

Reconciliación como condición para un México de goce pleno de libertades y derechos, donde el Estado Derecho no sea un objetivo en sí mismo, sino condición necesaria para el disfrute a plenitud de las libertades y los derechos por todos y a cada uno de los mexicanos y mexicanas sin distinción.

Goce de libertades y derechos que garantice a todos un México con condiciones de vida digna en materia de salud, alimentación, vivienda, medio ambiente, educación, seguridad de sus personas, familias y bienes; vejez protegida, trabajo, salario y seguridad social.

Un México justo, donde la justicia esté realmente al alcance y oportunidad de todo mexicano.

Un México en paz.

Un México de mexicanos generosos, sin dobleces, que se conduzcan con verdad, sin simulaciones, sin cinismos; leales a sí mismos y a sus hermanos en Nación.

Un México de identidad, orgullo y pertenencia. México uno y plural. Alegre no por derecho, sino por naturaleza.

Un México donde lo político deje de ser trampa y engaño, y los políticos vulgar ambición, soberbia e impostura.

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