PARRESHÍA

Voto escondido

Voto escondido

Foto Copyright: lfmopinion.com

Que se enteren de él en las urnas para que aprendan que no somos juguetes de su malicia y negocio.

El voto es libre y secreto, reza la máxima. La secrecía es garantía de su libertad, por eso se vota individualmente y aislado en una mampara fuera de la vista de los demás, de suerte que nadie pueda presionarte antes ni reclamarte después.

No obstante, encuestadores y partidos hacen todo por conocer desde mucho antes el sentido de nuestro voto. El problema empieza con lo que hacen con esa información.

Nuestros datos no los utilizan para informarnos debidamente, sino para confundirnos, engañarnos y manipular nuestra conducta.

En el Estado de México la campaña de la señora Delfina fue que había ganado desde antes de empezar el proceso con diferencias de 20 a 30 puntos porcentuales. No hubo propuestas, sólo el mensaje machacón de ya ganamos. La medicina nos la repiten ahora con Claudia.

Sin embargo, en el Estado de México los votos guardaron una diferencia de 8 puntos porcentuales, en gran parte por el desencanto inyectado en el ánimo social por la falsa propaganda oficial.

Y sobre ello no hubo ningún responsable. Ni partido, ni candidata, ni encuestologos ni publicistas fueron confrontados por su falsedad, alevosía, premeditación y ventaja. ¡Urge legislar al respecto!

Hoy vivimos la misma película en tanto nosotros lo permitamos.

Si, partidos, encuestologos y publicistas hacen de nuestros datos instrumento propagandistico, se merecen que no se los demos.

Que el voto, además de secreto, sea escondido.

Que se enteren de él en las urnas para que aprendan que no somos juguetes de su malicia y negocio.

Esto tiene una condicionante: además de no decir a encuestador ninguno el sentido de tu voto, debes dejar de creer en las encuestas como publicidad.

A ver si así empiezan a respetarnos.


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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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