EL VOTO DIFERENCIADO Y LOS EQUILIBRIOS DEL PODER

"Quítale el freno al cambio", ¿Recuerda usted esta frase? Fue el lema de campaña del triste gobierno de Vicente Fox para el Proceso Electoral intermedio de 2003.

Era una frase de queja, pues el inoperante gobierno que conformó y encabezó, se lamentaba de que no podían implementar todos los cambios que buscaban, porque en el congreso no les aprobaban las propuestas. Y por eso la frase, para que la ciudadanía les diera todo en charola de plata, para que la gente votara a sus candidatos y pudieran alcanzar una mayoría legislativa cómoda que les permitiera gobernar mejor para su segundo trienio.

En su momento, la ciudadanía no les compró tal planteamiento y no los apoyó. El PAN foxista no ganó la elección federal intermedia, al menos no como ellos hubieran deseado, y concluyeron su gobierno sin poder transitar con éxito en las cámaras legislativas.

En opinión de su escribidor, tal situación no se dio porque les faltará mayoría legislativa, sino porque no tuvieron la capacidad política para construir acuerdos y mayorías sustentables, no fueron capaces de construir e impulsar una agenda de reformas, ni con la oposición, ¡Ni con su propio partido! Vaya, no supieron hacer su tarea política como gobierno.

Retomo el tema porque estamos a pocos días de una elección fundamental, importantísima para el rumbo que tomará nuestro país hacia el 2030. Y nuevamente estamos viviendo, como ciudadanos, el anhelo del cambio mágico, la esperanza del paraíso a la vuelta de la esquina.

En lo que a encuestas y predicciones se refiere, pareciera que la elección está saldada y que AMLO, por fin, será nuestro próximo presidente. Si bien hay voces discordantes que discrepan, no falta mucho para averiguarlo, pues el próximo 2 de julio sabremos si las encuestas acertaron o volvieron a fallar.

Justo ahora, la mayor incógnita consiste en saber si la ciudadanía le dará el poder absoluto al candidato presidencial que resulte triunfador, es decir, si la gente saldrá a votar parejo, o si una vez más, como es nuestra costumbre, saldremos a votar diferenciado y le pediremos al triunfador, de manera tácita, que se ponga a hacer política, es decir, que logre ponerse de acuerdo y pactar con las demás fuerzas políticas para impulsar una agenda nacional.

Su columnista considera que a México le urge transitar hacia un gobierno de coalición. Y no lo escribo en apoyo al candidato Anaya que es quien lo está proponiendo, sino como una visión necesaria y útil para lograr una administración exitosa y próspera, sin importar el nombre del próximo presidente. Creo que quien resulte electo, deberá de buscar apoyos y consensos con las demás fuerzas políticas, principalmente en el poder legislativo, para poder avanzar en los cambios que necesitamos y en los que aún no hemos logrado ponernos de acuerdo.

Hoy tenemos una sociedad sumamente polarizada y enfrentada, incluso ya con grandes expresiones de odio. Es algo que no nos llevará a ningún lugar conveniente. Insisto en que a partir del próximo 2 de julio, quien resulte triunfador, deberá de poner en los primeros renglones de su agenda, buscar la reconciliación social, darle vuelta a la pagina electoral, y trabajar para que podamos ponernos de acuerdo.

Como sociedad nos quejamos mucho de nuestros políticos, siempre los estamos culpando, incluso en los casos en que no deberían de tocarles los agravios. Si queremos mejores políticos, tenemos que empezar por ser mejores ciudadanos. Me refiero a que les exijamos que se pongan de acuerdo, que les demos la instrucción para que pidan y exijan, pero también para que cedan y concedan.

Hay una frase que señala que el poder absoluto corrompe absolutamente.

Ojalá que en estas próximas votaciones, no cometamos el error de otorgarle el poder absoluto a ningún candidato. Me refiero a que votar de manera diferenciada para el congreso y la presidencia, nos garantiza que existan equilibrios que ayuden a evitar que alguna de las partes, caiga en los excesos y abusos que el poder absoluto siempre provoca.

Y le escribo que siempre, porque ni siquiera se trata de un tema político, sino de estricta condición humana.

Si la falta de mayoría legislativa provocó antes que no avanzaran los cambios necesarios, fue por la falta de talento político de los gobernantes, y porque como sociedad tampoco lo entendimos y/o exigimos.

¿Tendremos ahora la madurez ciudadana para decidir equilibrios en nuestro próximo gobierno, y también para exigirle que gobierne por consenso en base a una agenda nacional integral, una que pondere el peso justo de cada fuerza política?

Es otra incógnita que también despejaremos el próximo dos de julio.

Amable lector, recuerde que aquí le proporcionamos una alternativa de análisis, pero extraer el valor agregado, le corresponde a usted.

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