La semana
La semana, por cierto, se la llevó Ricardo Anaya con su montaje sobre el espionaje del CISEN.
Lo mejor fue su voz hablando bajito dentro de la camioneta para que el espía que lo seguía 500 metros y en otro vehículo no lo oyera.
Luego le cayó del cielo la contestación de Navarrete, que le dio spin a la nota. ¿Tendrá asesores?
La personalización de Anaya como investigador chino mandó al cajón de los olvidos los temas de la Fundación panista en Querétaro y sus inmuebles inexplicables.
López Obrador siguió en su papel de perdonavidas y se tomó unos días para ajustar las listas al Senado y San Lázaro. De paso, con un cinismo sin par, urgió al INE a poner orden en sus contrincantes por violentar los tiempos y normas procesales.
Meade, con buena presencia en medios, sigue lastrado (¿castrado?) por el PRI.
Nuevamente la cobertura se la vuelve a llevar La nada Ochoa, ahora con la posibilidad de su posible y tardía salida, así como con los resabios de sus prietitos en el arroz.