Lo que sigue
En estás elecciones habrá un solo perdedor: México.
No habrá institución que se salve, honra que quede en pie ni prestigio que subsista.
Lo electorero es una psicosis que todo lo ha penetrado y carcomido.
Ya podrá ganar quien sea, que de la derrota no se salva nadie.
No habrá institución electoral que persista, legislación electoral que no sea denostada, ni personaje que descuelle.
La marcha fúnebre de nuestra manoseada democracia toca a su fin. La han gozado por décadas, pero la fiesta se acabó y termina en drama y desolación.
Creyeron que la política era juguete de la intriga y licencia para la depredación, sin percatarse que al hacer de ella befa y escarnio socavaban los fundamentos mismos de la organización social.
Pronto no quedará nada más que un gran socavón político y social donde antes hubo república. Parajodas del destino labrado a mano por el peñismo.
Ante ello sostengo que ya no hay nada ya que hacer en este desastrado, desangelado y enlodado proceso electoral.
El verdadero político debe ocuparse de lo que sigue.
Cómo rescatar de las ruinas y del oprobio la política en México.
Cómo salvar la asociación y participación política del descrédito partidario.
Cómo reinventar el papel de los partidos, sin partidos, al menos los que conocemos, en tanto espacios de acción y defensa ciudadanas.
Cómo recuperar del arreglo y mercadeo la dignidad y responsabilidad de la representación política.
Cómo redimir del cáncer de la cuota los nombramientos públicos.
Cómo dignificar la política.
Cómo blindarla del asalto de cortesanos, merolicos, líderes mesiánicos, dinero, personajes producto, crimen organizado y locura.
Cómo rescatar el combate a la impunidad de teatros electoreros.
Cómo hacer de la cultura de la legalidad introyección y del combate a la desigualdad apostolado nacional.
Hace unos días Aguilar Iñarritu me decía al radio en Alternaciónn101 que teníamos democracias pero no República, que el pacto político estaba roto y nadie hacia nada para forjar uno a la necesidad de nuestras nuevas y tristes circunstancias.
El verdadero político, creo, debe desentenderse de la porqueriza electorera condenada al fracaso, y empezar a pensar en cómo reconstituir el tejidos y la cohesión sociales, forjar un nuevo pacto político y emancipar la República de las ruinas de nuestra fallida transición democrática derivada en depredadora partidocracia.
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