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El Desencanto

El Desencanto

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Insultos de perjuro desencanto.

Cuando el amor parece ajeno, queda un sabor de boca insípido de desencanto. Parece que la función ya no pertenece más, que la lítis ya cambió.

Dijo Manrique: "nuestras vidas son los ríos que van a dar al mar…" Y poco a poco envejecemos y ya no nos queda bien la chaveta y las circunstancias nos obligan a tomar medidas de urgencia. Lo que en sí debiera ser imperativo es vivir lo que se pueda con un resto de dignidad, hasta que el que manda diga y todos estemos relativamente conformes, o casi. El tiempo que queda. Siempre estar preparados para el pataleo final.

Y así se muestra, ahora es que, apenas a un mes y medio escaso, las huestes del dinero y la comedia están cada vez más enojadas, ridículamente peleando, argumentado sus solitarios placeres inconformes con el régimen. Nada les parece. Ninguna medida les place y asumen su autonombrado papel de impolutos redentores de lo viejo, lo caduco, lo corrupto, sin decirlo con claridad. Con baratísima emoción y harta frustración.

Publican, escriben, dicen y critican todo con furor radiotelevisivo, pseudocomunicativo de periodistas indignos del siglo pasado, de otras batallas y tiempos. Sin ninguna vergüenza dicen y repiten, eructan sus mentiras, manipulan las noticias y ajenos son a la ética y a la razón. Son dinosaurios, son lagartones acostumbrados a despreciar al pueblo y a tergiversar la verdad.

Son los de siempre, los que nos tienen acostumbrados, los que sin recato siembran el desencanto que de tanto repetirlo vuelven dura la mentira. El odio. Y además inventan dichos terribles sobre la maldad del proyecto y las clientelas y la estupidez del pueblo. Se creen que sólo son ellos los sabios.

La estrategia dice ignorarlos, pero de tanta exposición vale cierta alguna explicación. A mí me molestó tanta verdadera impotente demostración que me propongo contestar en rima para que quede impregnada la ocasión de palabras y amplia referencia que antepone la propuesta de mentarles su recato y asumir el doble encanto de verlos transfigurados en cómicos antediluvianos.

El régimen es nuevo y acabará la corrupción, reducirá la pobreza y abatirá la violencia. Los que nada tuvieron ahora tendrán trabajo, becas y una ayuda extra los viejitos y para los más necesitados atención médica y un poco de esperanza. Parece que tanto molesta.

En tanto sigue haciendo berrinches este grupito de cuates negociadores de limosnas de los gobiernos pasados, comentócratas, gasolineros y de otros negocios al amparo del poder y las influencias desde hace varios sexenios, décadas, acomodándose al recambio, siempre al anterior, que acabarán en el descrédito, la inmoralidad y la basura.

Donde quiera que destapas sale mugre y negocios huachicoleros, de energía, de estancias de Sedesol, de Estafas Maestras, Odebrecht y componendas, de rentas del avión presidencial con contratos amañados y el aeropuerto de Texcoco comprometido a pagos inverosímiles, presupuestales per secula seculorum y las rentas de los terrenos ya en la bolsa de los truhanes.

Sin embargo, siempre cabalgan justificando, desde sus machaconas columnas. ¡Que viva el régimen anterior! La lana ensobretada habla con soberbia al pueblo: como antes, organizan, promueven, aplauden: a callar y aguantar.


Los grandes capitostes nulos impuestos pagaron y pelearon devoluciones y trato privilegiado. Las empresas consentidas, constructoras de socavones, succionaron lo que quisieron y ahora resulta que son límpidas señoras ejemplares de caridad y nunca contaminaron y supuestamente actuaron con responsabilidad social.

Casi nunca los periodistas, los reportes de los principales diarios y seguidores se quejaron de inmundicias, de robos y de mentiras. Ya era tiempo que llegara el nuevo régimen que en menos de dos meses ha cambiado la retórica y, aunque no me gusta las monolíticas clases mañaneras, reconozco que me generan desencanto, son mucho más las obvias virtudes del cambio.

No todo es miel sobre hojuelas, sin embargo, si nos aplicamos, los otros encargados serán sobresalientes promotores del proyecto del cambio, ya no se verá que el presidente hace todo y llevaremos a buen puerto el rediseño del texto. Mejor distribución del ingreso, educación de alta calidad más allá de la CNTE y de la reformita educativa, algunos mafiosos encarcelados respetando el debido proceso, la Guardia Nacional en funciones respetando derechos humanos y los subsidios de los niños dirigidos a las madres de familia para que ellas decidan a dónde llevar a sus hijos, aún con los abuelos, que mucho del caso sabemos.

Y en la política exterior regresar a la luminosidad de no ser candil de la calle y procurar con el ejemplo que los gringos no se metan o lo menos posible con el interés nacional.

Reconozco que tal vez el presidente parece a ratos ser más un mártir cercano a Madero, que tener la fuerza y calicatencia de Juárez para resolver los dramas encontrados de restauración republicana o la práctica del Tata para arreglar antagonismo de contrarios destacados. Hoy es tiempo de avanzar y dejar de lado la peripatética crítica de inconformes privilegiados que son ejemplares de moda barbudos, indignos, inconformes, insultantes ejemplares del siglo pasado. Siempre defendiendo los negocios acostumbrados, repartidos entre moches y tantos por cientos submecatum compartidos. Y con reputación bien ganada de ventrículos obsequiosos de quienes les pagan y avalan. De mala reputación, su nombre está cubierto ya de vergüenza, oprobio y despreció que confirman algunos premios.


Es paradójico, mientras más insultos decanta su perjuro desencanto, al final del día logran lo contrario: en efecto, está comprobado, aumenta la popularidad de quien denuestan, de quien critican con emotiva superficialidad, de quien odian. Ellos no entienden que es un honor luchar contra la corrupción, que ellos mismos representan. Ya está impregnada en sus genes. Su credibilidad anda por los suelos y, sin embargo, siguen insistiendo, como la gallina que aprendió a picotear sus propios huevos.




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Arturo Martinez Caceres

Arturo Martinez Caceres

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