PARRESHÍA

De corrupción y cuartos de guerra

De corrupción y cuartos de guerra

Foto Copyright: lfmopinion.com

La corrupción es hoy un espejo en el que todos nos reflejamos.

La corrupción y su impunidad están en el centro del enfado ciudadano.

Enfado en una desigualdad sin opciones a la vista.

Desigualdad política, de unos cuantos que han privatizado la Re-Pública, y social, que hace lo mismo con los beneficios y socializa los costos.

Enfado y desigualdad sin salida ni esperanza de solución.

Tal es nuestra realidad.

La respuesta de los partidos a esta realidad ha sido imputar la corrupción en el otro y ya ensuciados todos, en competir para ver quién es más desvergonzado.

No importan los problemas de la Nación, sino quién tiene la cola más larga y manchada.
El problema es digno de Freud, porque el mal, siendo generalizado, no es percibido en uno mismo por las neurosis de candidato y dirigente.

Por ese camino sólo profundizan la tumba de la política y partidos.

El planteamiento sería llamar a un verdadero pacto contra la corrupción de todas las fuerzas políticas y referentes sociales, no señalarla en los demás.

Un planteamiento y compromiso que cambie la conversación y oriente la acción a una verdadera participación.

El pacto, por supuesto, partiría de la aceptación de que corrupción e impunidad han calado todo el espectro de la vida nacional, sin excepción. De que nadie está ajeno a ella y que, por ende, la medicina debe aplicarse a todos sin distinción, cada quien en su medida.

No se trata de ver quién es más corrupto, sino que nadie lo sea ni lo pueda ser. No perdernos en casos aislados y bajo cálculos electoreros, sino en medidas generales y cambios culturales.

Primero el Pacto, el compromiso claro al que nadie debe negarse, y luego la acción persecutoria, misma que debe estar coordinada por personajes que acrediten en su haber que no aplicarán su encargo con sesgos políticos o facciosos.

No un Comité de Salud Pública que parta de que hay unos buenos y muchos malos, sino un movimiento cultural que se haga cargo de un mal endémico. En este renglón hay que señalar que muchas de las organizaciones anticorrupción parten de esta premisa y terminan repartiendo culpas y señalando males bajo signo interesado, lo que las lleva a ser tan corruptas como sus perseguidos.

Mientras los partidos, candidatos y publicistas no entiendan que la corrupción es hoy un espejo en el que todos nos reflejamos y quieran sacarle raja a la del contendiente, sin hacerse cargo de la propia, no saldremos del estercolero en el que estamos metidos.

Debemos empezar por aceptar el bosque y hacernos cargo de él, antes de empezar a señalar las ramas y las hojas.

En otro orden de ideas, lo que lastra a la campaña de Meade es no entender que los cuartos de guerra no se pueden integrar por cuotas, ni tiene por objeto representar en su seno a las fuerzas en tensión por espacios de poder y sobrevivencia. Para eso están las Comisiones y Mesas de trabajo temáticas, de las que se puede crear innúmeras y allí dejar correr debocadas todas las ansias toreras en juego.

En los cuartos de guerra no deben estar representados intereses concretos, sino visiones diversas. Ya no hablemos egos, voracidades y agendas aviesas.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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