PARRESHÍA

Los moches y Anaya

Los moches y Anaya

Foto Copyright: lfmopinion.com

Le cambiaron la narrativa, conversación y hasta la sonrisita.

Le cambiaron la narrativa, conversación y hasta la sonrisita.

El Chico Maravilla se hunde en temas inmobiliarios y penales, en donde su Mantra de un sólido segundo lugar, además de gastado, suena incomodo y enfadoso.

Dos cosas llaman profundamente la atención: el vacío panista; salvo Diego Fernández de Cevallos -que hoy sabemos acude en calidad de abogado no de correligionario-, Creel que juega de calcomanía y Damian Zepeda que es más escudero de Anaya que Presidente del PAN, ningún otro panista, de esos de prosapia y pedigrí, ha salido en su defensa. Belauzarán y Álvarez Maynes, del PRD y Movimiento Ciudadano, son los voceros visibles de su desguanzada defensa en medios. Ningún Gobernador, Senador de calado, ni personaje de peso albiazul ha salido al frente por su "líder".

En su desesperación Anaya clama por ser aprehendido, pero todo parece indicar que no van tras de él, al menos no penalmente, sino sobre sus socios, los eslabones más débiles de la cadena y más proclives a delatarlo.

El otro tema que llama la atención es la introducción de la hebra de los moches.

En 2016, después de la noche de su lanzamiento en el programa de López Doriga, tras las elecciones locales de ese año y la asonada sobre Manlio Fabio Beltrones, enviado al programa a su propia muerte política por Peña Nieto, un amigo conocedor del tema me dijo que la apuesta de Anaya era peligrosa y endeble, porque estaba hundido hasta las orejas en los moches que, por obvias razones, se tienen ampliamente radiografiados y documentados por el PRI.

Espera a que le llegue la hora de su programa funeral, me dijo.

Pues bien, ayer Andrés Manuel insistió en una larga entrevista que se investigarán los moches en el caso de Anaya. El tema, sin embargo, fue sepultado por la aparición de Vargas Llosas y la respuesta que tuvo que darle López Obrador en control de daños.

Por la noche, en Milenio, La Nada Ochoa Reza deslizó, también con insistencia, que los 54 millones de pesos que se pagaron a Anaya por la nave industrial pudiesen tener por origen los moches y todo haya sido un estratagema financiero para lavarlos.

Zamora, quien preside un cadáver llamado CNOP, lo acuso abiertamente de crimen organizado.

Se juntan el hambre con las ganas de comer, cual hienas los enemigos se hacen uno cuando huelen sangre y ven a su común adversario herido.

Nadie mejor que Anaya sabe qué esconde en el closet y quiénes más saben de ello.

Lamentable la porqueriza a la que han reducido la política y la democracia.

Lamentable, también, la procuración de justicia en este gobierno.

Lamentable el papel de la PGR en este lance, tanto como el uso faccioso de la Auditoria Superior de Información por personeros del PAN, utilizando observaciones en vías de procesamiento de explicación como hechos probados y sancionados.

El enfado ciudadano va en aumento, pero la partidocracia está dispuesta a incendiar el país antes de entrar en razón.

Quizás estas elecciones se ganen perdiendo todos.

#LFMOpinión
#LosMoches
@RicardoAnaya

Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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